9 de enero de 2008

De... Un Tal Evo y el Nuevo Periodismo


¿Se practica el Nuevo Periodismo en Bolivia?, fue una pregunta que siempre se planteó la autora de este artículo desde que, hace varios años, conoció la definición del término:
El Nuevo Periodismo es un nuevo estilo periodístico, surgido en la década de los años 1960 en Estados Unidos, “que descubre como posible escribir artículos periodísticos, fieles a la realidad, pero empleando técnicas habitualmente propias de la novela y el cuento. Así, recurre a cualquier artificio literario, desde los tradicionales dialoguismos del ensayo hasta el monólogo interior, o emplea muchos géneros diferentes simultáneamente (...) para provocar al lector de forma a la vez intelectual y emotiva”, dice el libro Nuevo Periodismo de Tom Wolfe, considerado uno de los padres de ese movimiento en Estados Unidos.

Con ansiedad, buscó ejemplos, para tratar de encontrar una respuesta. Los buscó, especialmente, en las revistas dominicales de los diarios. De todas formas, la duda permanecía. Ahora piensa que ha encontrado un buen ejemplo de Nuevo Periodismo en Bolivia: el libro …Un tal Evo: Biografía no autorizada, de los periodistas Darwin Pinto y Roberto Navia, uno de los ‘más más’ vendidos de 2007, según el diario El Deber de fecha 30 de diciembre de 2007.

Sobre esa sospecha es que se propuso escribir el presente documento, a fin de compartir brevemente la definición, características y métodos usados por esta tendencia periodística que no siempre es bien recibida y comprendida, pero que, como señala la comunicadora y docente mexicana Maricarmen Fernández Chapou, permite leer “un texto bien escrito, tan extenso como sea necesario, tan vívido como el hecho lo amerita, tan profundo, tan honesto, tan ameno”.

Es que a veces se ven tan grises y monótonos los textos del periodismo tradicional, que mostrar algo innovador puede resultar esperanzador. No se trata de anular los viejos pero eternos preceptos del buen periodismo -investigación, denuncia, compromiso ético, pluralidad de voces y contenidos-, sino de “recuperar la atención de los lectores, contra el cansancio de leer en los diarios textos fragmentados y carentes de significado” (son palabras de Fernández Chapou).

Puede resultar muy osado afirmar que Pinto y Navia se han convertido en los padres del Nuevo Periodismo en Bolivia. No se hará eso aquí. Pero sí serán puestos como ejemplo para encender la ilusión de que habrá, de ahora en adelante, en nuestro país, la aspiración de los periodistas a escribir materiales que combinen lo mejor de la literatura (la belleza formal) con lo mejor del periodismo (la investigación). Esa suma de factores es el Nuevo Periodismo: Contar historias, reales porque el periodismo trabaja en base a la realidad, pero con una dimensión estética y novelada, para leer igual que una novela.

Y es que Un tal Evo: Biografía no autorizada se lee así, como una novela. Lo que se cuenta allí es cierto, pero se lo cuenta bonito. ¿En base a qué recursos? A los recursos del Nuevo Periodismo, vale decir:

Se hace una demostración del dominio técnico sobre el lenguaje. “La presencia del hombre mimado está petrificada en cada uno de los pocos recovecos de Isallavi, y son sus habitantes, aquellos que caminan agachaditos como esquivando a la muerte, los que rememoran los años dorados de cuando con él jugaban a las bolillas, con porotos, durante el desnutrido tiempo libre que les quedaba después de pastorear las llamas en las lomas peladas de aquel lugar custodiado por el gigante ojo celeste del mítico lago Poopó” (p. 6).

Se usa la construcción escena-por-escena, saltando de una a otra y recurriendo lo menos posible a la mera narración histórica. “Las largas caminatas de Evo con su padre se prolongaban hasta por un mes, cubriendo enormes distancias altiplánicas entre Orinoca en Oruro e Independencia en Cochabamba. Allí, muchos años después, como presidente, le quebrarían la nariz en uno de sus tantos encuentros de bulbito” (p. 43).

Se crea impacto visual mediante la creación de imágenes. “Aquella vez, lleno de asombro Evito el pelotero vio a un campesino que corría envuelto en llamas dando alaridos, trastabillaba, gritaba ronco como un animal, tropezaba otra vez con sus propias piernas ciego de dolor, daba tumbos con el escándalo de un meteoro de piel chamuscada sobre la tierra siempre húmeda del Chapare y luego caía con el estrépito minúsculo de un cometa de carne y hueso” (p. 28).

Las descripciones son muy significativas y detalladas. “Y mientras el interrogatorio se hace a vista y paciencia de la familia sorprendida, los hijos lloran con la boca abierta y los ojos tapados por las lágrimas y la mugre. Asustados, desnudos, sucios, sudados, acabados de despertar encima del cuero de animal donde duermen, comidos por los mosquitos, con la piel llagada por las picaduras de insectos, con la panza grande de bichos, gritan en la oscuridad horrorizados por las siluetas hostiles y negras que corren de un lado para el otro pateándolo todo como en una pesadilla” (p. 36).

El lenguaje es muy urbano, adopta la propia jerga de los personajes. “Cinco metros más allá hay otra planta de coca con espinas. Esta coca armada de púas no lo deja avanzar. Si prosigue en su empeño de la cosecha en esas condiciones el Evo se va a hacer mierda las manos. Desde chico es valiente pero no boludo. Entre apenado y sorprendido le dice a sus compañeros Que de dónde ha salido esta coca con puntas, y ellos lo miran, se miran entre sí y se le matan de risa en la cara. Después se componen un poco y casi con ternura le explican que en medio de los cocales siempre plantan cada cinco metros una planta de naranja para medir la longitud de los surcos” (p. 49).

Se hace uso de simbolismos. “El fuego ha marcado los cambios de ritmo en su vida (p. 25). La vida de Evo fue iluminada no sólo por la luz del sol mortal del Chapare, sino también por el de las casuchas campesinas quemadas por el ejército erradicador de cocales y por el fuego de las minas caseras (cazabobos) con las que la resistencia campesina volaba en pedazos a los soldados” (p. 37).

El narrador es insolente, no asume más una voz tranquila, cultivada y distinguida. “Félix tendrá suerte y mucha voluntad, a diferencia de otros mutilados que terminan pidiendo limosna en las calles, o muertos por ahí sin que nadie los reclame o los entierre como es debido. Pese a su voluntad y su suerte, igual seguirá mutilado y ciego el resto de su vida, víctima de un conflicto que nunca va a entender. O sea, lo hicieron pedazos, le cagaron la vida sin que él sepa por qué. 'Usted dígame por qué, usted periodista, debe saber'. Yo no sé Félix, nadie sabe hombre” (p. 35).

Y así, hay otras técnicas que hacen fluida la lectura de ese producto periodístico: los diálogos de gran realismo, el uso no convencional de los signos de puntuación y exclamación, el uso de interjecciones, gritos, palabras sin sentido, onomatopeyas, mimesis y pleonasmos, la profundidad de la información, la voz del proscenio, la fragmentación narrativa permanente, los personajes creados y, entre otros, los estímulos a la memoria de los lectores.

Si esto es en verdad Nuevo Periodismo, ¡que sea bienvenido!

Por Martha Paz, presidenta de la Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación Social (ABOCCS).

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