31 de diciembre de 2007

Homogenización y fragmentación en la “dieta” televisiva boliviana


Conflictos sociales y políticos, protestas, accidentes, violencia y fútbol son los ingredientes básicos encontrados en la “dieta” ofrecida por 70 telenoticiosos en 15 redes de televisión cuyas imágenes muestran la “realidad” informativa del país.

Esa “dieta” constituye la agenda informativa que los telenoticiosos preparan al seleccionar, organizar y difundir determinadas noticias con una duración y horario preestablecidos.

El Observatorio Nacional de Medios realizó un estudio de la estructura de contenidos de redes de televisión nacional en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz habiendo evidenciado que existe homogeneidad (formal y temática) y fragmentación en todas ellas, tal cual se explica más adelante.

La estructura temática televisiva tipo fue difícil de determinar debido a que no existe una regla que pueda ser aplicable a todas las redes televisivas porque el ordenamiento e inclusión de temas es condicionado y varía día a día, de red a red televisiva, de ciudad a ciudad en función de la coyuntura y la priorización noticiosa que se quiera otorgar.

Sin embargo, el análisis identificó dos tipos de estructuras una convencional y otra no convencional:

La estructura temática convencional incluyó en el inicio y el desarrollo del noticiero temas de coyuntura vinculados con temas de sociedad, política y economía; y al final se incluyó fútbol. Este modelo fue observado en los telenoticieros de La Paz y Cochabamba.

Los telenoticieros en La Paz y Cochabamba dieron similar o la misma prioridad a los conflictos sociales (56% y 49%), los accidentes (15% y 20%); la economía (11% y 11%); la política (8% y 10%); y al fútbol (10% y 7,5%) respectivamente.

La estructura temática no convencional fue característica de los noticieros de Santa Cruz que comenzaron sus emisiones con temas de impacto (accidentes, violencia, sociedad o política) según la coyuntura; el desarrollo incluyó noticias sobre fútbol y el cierre fue variado según cada red televisiva con temas de impacto o notas humanas (exorcismo, campaña por enfermos, etc.), fútbol o de entretenimiento.

Los telenoticieros de Santa Cruz presentaron: conflictos sociales (18,5%), fútbol (17%) y violencia (14%); les siguieron economía (12%), accidentes (8%) y notas humanas (8%,). La política (6%) apareció en el sexto lugar junto a robos (6%).

En general, la agenda de los telenoticieros en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz presentó una tendencia hacia la homogenización de su “dieta” informativa básica constituida preponderantemente con temas de sociedad (20%), la coyuntura política (18%); deportes (11%), economía (10%); violencia (7%) y delincuencia (4%).

La homogeneidad también fue respaldada porque el 59% de las noticias tuvieron como lugar de origen a la sede de gobierno y porque se acudió prioritariamente a fuentes oficiales en Cochabamba y La Paz (37% en cada caso). En tal sentido, la cobertura informativa demostró poca contextualización y escaso contraste de fuentes informativas.

Por otro lado, se evidenció una fragmentación temática por la arbitrariedad en el orden de presentación de las noticias: una noticia de un gran desastre puede ser seguida de una de espectáculos; un hecho de sangre, ser seguido de los resultados del clásico local de fútbol. Combinaciones que hicieron indigesta la dieta televisiva de todos los días por la espectacularidad de lo político, la banalización los conflictos sociales, lo violento y el destaque de lo anecdótico y grotesco.

El estudio de los telenoticieros demostró que existió una fragmentación de las noticias – incluso usando varias veces la misma fuente - al presentar los hechos noticiosos siguiendo la lógica de los episodios cortos (no siempre consecutivos) de una telenovela que provocaron vaguedad e insuficiente información para quien no siguió el desarrollo de todo un noticiero e hizo seguimiento a cada noticia.

Artículo elaborado por: Sandra Villegas T., Coordinadora Metodológica del Observatorio Nacional de Medios (ONADEM).

24 de diciembre de 2007

Diarios y Asamblea Constituyente: conflictos más que propuestas



Los conflictos que incluyeron medidas de presión marcaron la agenda de las coberturas periodísticas de la Asamblea Constituyente (AC) relegando a las propuestas y a los debates internos, que fueron cubiertos en mucha menor medida. Es así que la cobertura se triplicó con las movilizaciones por los dos tercios o la capitalía, respecto por ejemplo a la cobertura sobre los encuentros territoriales cuando la AC recibió propuestas de las regiones. La agenda informativa de los grupos sociales y políticos polarizados fue similar a la que presentó la prensa sobre la AC.



Ése es uno de los hallazgos del monitoreo “Un año de Asamblea Constituyente en la prensa boliviana” realizado por el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El ONADEM es una iniciativa de la Fundación UNIR y la Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación Social (ABOCCS).



El estudio, que fue presentado públicamente en noviembre pasado, estableció además que el discurso editorial en torno a la Asamblea generó un “efecto de coordinación editorial”.
Ello quedó expresado en el hecho de que los 15 diarios nacionales examinados emitieron un discurso prácticamente homogéneo acerca de temas clave como autonomías, Estado plurinacional, asamblea originaria, visión de país, pero además en el hecho de que 12 de esos periódicos reprodujeron sus editoriales entre sí, siendo o no parte de redes mediáticas.



En general, los editoriales de los periódicos analizados criticaron que la Asamblea Constituyente se declarara originaria y plenipotenciaria, señalaron que el tema autonómico departamental debía discutirse dentro de la Asamblea y los que tocaron el tema de autonomías indígenas mostraron su desconfianza hacia ellas. A la vez, expresaron sus temores respecto a que se agudice la confrontación y se registren hechos de violencia y pidieron un pacto social.


¿Una Asamblea importante sólo para algunas regiones?
Otro de los hallazgos relevantes de la investigación es que las noticias sobre la Constituyente se generaron en Sucre y La Paz, en un 72% y sólo en 11% y 8% en Santa Cruz y Cochabamba respectivamente; las otras ciudades de Bolivia publicaron información sobre la Asamblea aun en mínima proporción.



En general, los bolivianos recibieron información insuficiente sobre las posiciones y las propuestas respecto a temas clave de la nueva Constitución hechas por distintos sectores sociales y que se discutían en la Asamblea Constituyente.


Según la región donde vivían y los diarios que en ella circulaban, los bolivianos recibieron mayor o menor información sobre la AC. Los ciudadanos del oriente y el sur de Bolivia (salvo Sucre) recibieron menor información de los diarios de sus ciudades y también fueron cubiertos en menor medida como fuentes de noticias sobre la Asamblea Constituyente en general. Para la prensa, la Asamblea fue un tema de Sucre y La Paz, fundamentalmente.



El subgénero informativo privilegiado fue el de “noticia”; comparativamente se publicaron muy pocas notas ampliadas, reportajes y entrevistas en profundidad. Por ejemplo, sumando datos obtenidos en dos semanas de conflicto ( y por tanto de gran presencia de notas informativas) se publicaron 306 noticias, 4 entrevistas y 5 notas ampliadas sobre la AC.



El debate de temas “sociales” recibió poca cobertura. La prensa no siguió una agenda que incluyera las demandas temáticas de debate de la sociedad y aportó insuficientemente a una reflexión sustentada y constructiva de los temas sociales.


El estudio analizó cuantitativa y cualitativamente las informaciones publicadas en torno a la Asamblea Constituyente así como las correspondientes líneas editoriales. Para ello se trabajó con 5.520 ejemplares de diarios publicados en nueve ciudades, correspondientes a un año (del 7 de agosto 2006 al 9 de agosto 2007).


El ONADEM y las instituciones que lo sustentan consideran que la promoción del debate sustentado y plural de los temas para marcar las ideas fuerza dentro de la Asamblea Constituyente era una necesidad fundamental en dirección a contribuir en la construcción de una cultura política más democrática y responsable y por ello se propusieron analizar si los periódicos bolivianos aportaron o no al debate constructivo en torno a los temas fundamentales de la nueva Carta Magna en Bolivia.


Vania Sandoval Arenas (ONADEM).

19 de diciembre de 2007

Escribir como periodista



La Asociación de Periodistas de La Paz (APLP), la noche del jueves 13 de diciembre, entregó a José Harold Olmos el Premio Nacional de Periodismo 2007. Uno de los méritos que esta entidad afirmó que reconoce en Olmos es su capacidad para describir, narrar y relatar, dicho de otro modo, de escribir como periodista.


Las salas de redacción de los medios, ¡quién puede negarlo!, constituyen la mejor (no la única) escuela para aprender la competencia de escribir como periodista, pues este aprendizaje supone la capacidad de vivir como periodista y la de pensar como periodista.


Ésta es una de las razones que explican las observaciones, críticas y sugerencias que los directores de medios plantean a las universidades que ofertan carreras de Comunicación Social. Aprender a vivir y pensar como periodista en las aulas es difícil.


Los resultados de una “Encuesta sobre el Perfil Profesional de los Periodistas Formados en Universidades”, aplicada por el Observatorio Nacional de Medios (Onadem) por sugerencia de la Asociación Nacional de la Prensa (ANP), establecen que la característica más importante del perfil técnico del periodista, la mayor limitación de los egresados universitarios y la solicitud más urgente que plantean a las universidades tiene relación con la competencia para escribir con estilo periodístico.


La encuesta diseñó con los directores de medios impresos el perfil técnico ideal de los periodistas. El 50% de los encuestados indicó, en primer lugar, la necesidad de que éstos redacten con estilo periodístico, es decir, ajustándose a las normas básicas del periodismo (claridad, concisión, rigor informativo, corrección, vitalidad y rapidez), a las indicaciones fundamentales para atribuir fuente y a las técnicas para redactar citas.


Respecto de las limitaciones que perciben, el 56,25% de los encuestados señaló que se trata de la falta de competencia para redactar con estilo periodístico. Al contrario, del conjunto de virtudes que reconocen en los periodistas egresados de universidades, ninguna se relaciona con la competencia para escribir.


Sin ser la primera solicitud que plantean, el 31,25% de los directores de medios impresos demandan con concreción que las universidades enseñen la competencia para escribir con estilo periodístico. Llama la atención que el 43,75% sugiera reformar la oferta curricular y el 37,5% pida que “dejen de enseñar Comunicación Social y enseñen Periodismo”. La exigencia por perfeccionar esta competencia en las salas de redacción es evidente.


Las respuestas de la encuesta sugieren que la única manera de reconocer a un periodista es mediante una evaluación técnica de su producto o, en otras palabras, de los relatos o comentarios que escribe y que un medio ofrece a los lectores. No define, el momento que los directores de periódicos contratan a un redactor, que éste presente un título en provisión nacional ni una credencial de algún sindicato, asociación o colegio.


¿Por qué José Harold Olmos es Premio Nacional de Periodismo 2007? El maestro de ceremonias del acto de entrega de premios de la APLP leyó una muestra del trabajo de este periodista. Una nota enviada el 4 de febrero de 1992 desde Caracas (Olmos fue director de de la agencia Associated Press en Venezuela) daba cuenta de la irrupción de Hugo Chávez Frías en la política venezolana. Olmos describía y narraba con claridad y concisión aquel frustrado golpe de Estado.
La entrega de este premio, fiel a la historia de los medios de comunicación masivos, devuelve a los impresos un lugar paradigmático en la representación de algunos hechos de la realidad, especialmente en la representación de algunos acontecimientos políticos, porque escribir, y específicamente escribir como periodista, implica una actividad intelectual en la que se pone en juego actitudes/aptitudes técnico-profesionales, como las señaladas arriba, propias del Periodismo.


El Onadem, cuya preocupación esencial tiene que ver con los productos periodísticos, trabaja para contribuir en la mejora de la calidad de los discursos mediáticos. Considera que este objetivo sólo es posible con la participación, entre otros actores, de los medios afiliados a la ANP y de las carreras de Comunicación Social que la Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación Social reúne.


Francisco Sosa Grandón
Corresponsal del Onadem en Cochabamba

10 de diciembre de 2007

¿Quién protege al ciudadano de los medios de comunicación?


En Bolivia, las instituciones encargadas de velar por el ciudadano como la Policía y el sistema judicial son débiles y tienen poca credibilidad ante la población. Esta debilidad institucional ha distorsionado las funciones de la prensa boliviana, dando lugar a que suplante “el trabajo de los jueces, de los partidos, de los fiscales, de los ministros del gabinete”, como bien lo indican Raúl Peñaranda y César Rojas en Prensa y Poder en Bolivia. Es decir que, a falta de instituciones que cumplan con su papel, muchas veces los trabajadores de la información se extralimitan de su función informativa y se convierten en jueces que reparten sentencias.


En términos generales se suele defender a ultranza la libertad de prensa. Cuando ésta se ve amenazada, no faltan voces que salgan en su defensa, ya sea desde los mismos medios o desde los sindicatos e instituciones que velan por ellos. Lo que es un síntoma positivo, pues se espera que un país democrático garantice el trabajo de los periodistas, y si esto no sucediera, se tiene todo el derecho de protestar y exigir respeto por la libertad de prensa. Como fue señalado en un comunicado del ONADEM del pasado 27 de noviembre ante las agresiones cometidas contra los periodistas en La Paz, Sucre y otros lugares, “la intención de someter al periodismo a presiones y de amedrentar a los trabajadores de la información afecta no sólo la libertad de expresión garantizada en la Constitución Política del Estado sino también el derecho de la ciudadanía a estar oportuna y bien informada”.


Mientras que los esfuerzos por proteger la libertad de prensa son necesarios y fundamentales, lamentablemente no existen esfuerzos similares para asegurar los derechos del público, que por lo general está indefenso ante los excesos de los medios de comunicación y desconoce sus derechos.


El público no sólo debe exigir que se cumpla el derecho a obtener información equilibrada, completa y fidedigna de los medios, sino que también debe demandar que se proteja el derecho de todo ciudadano a que se respete su intimidad. Es práctica común en varios medios obligar al ciudadano a prestar declaraciones no deseadas: son varios los casos de periodistas que acosan a sus entrevistados y les exigen respuestas en la calle, persiguiéndolos con el micrófono y la cámara en mano.


Muchas veces se recurre a los momentos trágicos (accidentes, desastres naturales, crímenes) para conseguir testimonios emotivos de las víctimas y sus familiares. También se aprovecha de la condición pública de ciertas personas o de la condición humilde de otras para sonsacarles sobre su vida privada (parejas, vida familiar, preferencias sexuales, problemas personales, etc.).
En ocasiones también se les quiere obligar a dar una respuesta u opinión determinada que el entrevistado está reacio a emitir. Cuando el entrevistado, ante las preguntas reiteradas y muchas veces maliciosas de su anfitrión, ha rehusado contestar, es castigado con frases despectivas y hasta insultantes por parte de algunos comentaristas.


Algunos periodistas, en su afán de obtener imágenes impactantes y conmovedoras, llegan a invadir espacios íntimos y vulnerables como salas y cuartos de hospital, haciendo hablar a enfermos y accidentados desde sus lechos de recuperación y aún en contra de su voluntad. Tampoco faltan los que ingresan sin autorización a casas particulares donde se están llevando a cabo funerales y aprovechan para tomar primeros planos de los familiares dolientes. También ingresan al domicilio donde ha ocurrido o está ocurriendo un hecho de violencia doméstica, tomando declaraciones a todos los participantes, incluyendo a veces a los niños involucrados. No se puede justificar de ningún modo estas acciones, puesto que son acontecimientos que pertenecen a la esfera privada de las persona.


Aunque no exista una ley que resguarde específicamente al público de los medios de comunicación, los derechos fundamentales del ser humano están garantizados por la Constitución Política del Estado (CPE) y protegidos por artículos de diferentes cuerpos legales que hacen referencia directa al derecho de las personas a la privacidad, al buen nombre, etc. Así por ejemplo, el Artículo 21 (CPE) señala que “toda casa es un asilo inviolable; de noche no se podrá entrar en ella sin consentimiento del que la habita y de día sólo se franqueará la entrada a requisición escrita y motivada de autoridad competente, salvo el caso de delito in fraganti”. Los reporteros no tienen privilegios especiales ante la ley y, como cualquier otro ciudadano, deberían pedir permiso antes de ingresar a un domicilio privado.


La Declaración Universal de los Derechos Humanos, suscrita por todos los miembros de la ONU, especifica en su Artículo 12 que “nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”. Incluso los personajes públicos como los políticos y los gobernantes tienen derecho a que se respete su intimidad, a menos que su accionar en este campo afecte de algún modo a la comunidad.
La CPE también indica el derecho fundamental de todo ciudadano “a emitir libremente sus ideas y opiniones por cualquier medio de difusión”, entendiéndose por “libremente” que si no quiere, nadie puede obligarle a hacerlo. Es decir que toda persona, incluso la que ha sido encontrada cometiendo un hecho delictivo, tiene el derecho a no prestar declaraciones a los medios de comunicación y no puede ser presionada a hacerlo.


Por su parte, el Código Civil, en su Artículo 16, habla del derecho a la imagen, instituyendo que “cuando se comercia, publica, exhibe o expone la imagen de una persona lesionando su reputación o decoro, la parte interesada y, en su defecto, su cónyuge, descendientes o ascendientes pueden pedir, salvo casos justificados por la ley, que el juez haga cesar el hecho lesivo”. Hay oportunidades en las que se señala a personas como “narcotraficantes”, “violadores” o “delincuentes” en los medios de comunicación sin que aún se haya probado la comisión del delito.


En estas situaciones se hace caso omiso a un principio fundamental del derecho penal moderno, consagrado en el Artículo 16 de la CPE que es la presunción de inocencia. Los medios están obligados a usar términos no acusatorios, como ser “presuntos” criminales o “acusados” de tal delito; de lo contrario están vulnerando la imagen de las personas y las víctimas pueden exigir rectificaciones públicas. En la misma línea se encuentra el Artículo 17 del Código Civil, que establece que “toda persona tiene derecho a que sea respetado su buen nombre”.

El Observatorio Nacional de Medios, en su propósito de promover un periodismo de calidad para una mejor ciudadanía, sugiere la autorregulación como la vía para evitar excesos que están dañando la credibilidad de los medios, como lo reflejan varias encuestas de opinión. A través de este espacio también convoca a la comunidad a expresar sus puntos de vista sobre el tratamiento que recibe de los medios, para entablar un diálogo necesario que favorezca el acercamiento entre los trabajadores de la prensa y la población.

Por Liliana Colanzi, corresponsal en Santa Cruz del ONADEM.
lcolanzi@unirbolivia.org

3 de diciembre de 2007

Cobertura periodística a las propuestas discutidas en la Asamblea Constituyente

Foto: AP
Por Martha Paz, presidenta de la Asociación Boliviana de Carreras de Comunicación Social (ABOCCS)


Son varias las definiciones que existen sobre la Asamblea Constituyente. Gonzalo Gosálvez, por ejemplo, dice que es un espacio de deliberación abierto donde se enfrentan una serie de propuestas, ideas y convicciones, todas expresando la visión sobre la forma de Estado en el que desean vivir cada uno de los grupos sociales y regiones que están ahí representados.
Propuestas, ideas y convicciones… Ésa es la esencia de una Asamblea Constituyente y, por lo tanto, ésa debería ser la esencia de la cobertura periodística.
Es así que, luego de varios meses de funcionamiento de la Asamblea Constituyente en Bolivia, valía la pena inquirir si los periodistas la valoraron como una instancia propositiva o si sólo se quedaron en la superficie; es decir, si cubrieron la esencia, el fondo del proceso (las propuestas presentadas), o se limitaron a los disensos relacionados con las formas.
Además, era relevante averiguar si la prensa ayudó a la construcción de una Asamblea Constituyente como espacio democrático de deliberación pacífica para la negociación y la búsqueda de consensos en procura de un proyecto que mejore la convivencia nacional.
Una investigación con ese objetivo se está llevando a cabo, auspiciada por la Fundación Boliviana para la Democracia Partidaria (FBDM) y a cargo de quien suscribe este artículo. Si bien aún no ha terminado de redactarse el informe final, se puede adelantar ahora algunos resultados.
Es un tema que se publica aquí porque va en la línea de las investigaciones que hace el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM), que pretende contribuir a elevar la calidad periodística en vista a favorecer la transparencia y ampliación del régimen democrático participativo en el país así como el ejercicio pleno de los derechos ciudadanos a la información y la participación, según explicó Erick Torrico, su director, en la anterior columna de Medios a la vista.
Primero se dirá que, metodológicamente hablando, se siguieron los siguientes pasos: La investigadora recopiló todos los informes de comisiones a junio de 2007 y revisó cada una de las propuestas para identificar las diez más recurrentes en cada Comisión; luego, en base a diversas planillas y categorizaciones propuestas por diversos autores, analizó la morfología y el contenido de todo el material publicado en prensa entre los meses de enero y abril del mismo año.
Se escogió ese periodo por considerarlo clave debido a que en enero se conformaron las comisiones y se intensificó la realización de audiencias y la recepción de propuestas escritas, en febrero empezaron los debates de Visión de País, en marzo y abril se llevaron a cabo los encuentros territoriales, y en ese último mes empezó la sistematización de las propuestas.
Así, ha resultado interesante verificar la variedad de propuestas llegadas al seno de la Asamblea Constituyente y, paradójicamente, la mínima cantidad de ellas reflejadas en la prensa boliviana (se habla aquí de El Deber, de Santa Cruz de la Sierra; La Prensa, La Razón y El Diario, de La Paz; Correo del Sur, de Sucre; Opinión, Los Tiempos y La Voz, de Cochabamba; y La Patria, de Oruro).


Foto: www.redindigena.info

Los periódicos han desarrollado no más de treinta propuestas de las 210 identificadas como las más recurrentes o, lo que es lo mismo, como las que más están preocupando e interesando a la población boliviana.
Temas como el derecho humano al agua, la urgencia de mejorar la salud y la educación en las fronteras, la regulación en el uso de semillas transgénicas y productos químicos, el derecho a la comunicación y a la información, el derecho de las mujeres a ser propietarias de tierras, el derecho a un medio ambiente sano para las presentes y futuras generaciones, la priorización del agua para uso humano, la no exportación de materias primas, la especialización de los profesionales que ocupan los cargos jerárquicos en el rubro de los hidrocarburos, la reducción de 40 a 5 ó 10 años de los contratos con las petroleras, la abolición de fueros para las autoridades públicas, la creación de la Procuraduría General de la República, la ciudadanía desde el momento del nacimiento, entre otros, no ocuparon nunca la atención de los periodistas, ni para ser descritos, ni analizados y, mucho menos, interpretados.
Los periodistas centraron su atención en los temas políticos de conflicto, dejando percibir que, para ellos, lo importante es la política, pero tal como se la entiende tradicionalmente, es decir, pugnas por el poder antes que manejo del poder.
Por ello, los temas políticos tratados (autonomías, carácter del Estado, nueva configuración del Poder Ejecutivo, conformación de las cámaras legislativas, capitalidad plena), prácticamente los únicos, lo fueron desde un enfoque conflictivo. Resalta aquí que algunos que generaron escándalos mediáticos, como el de los cambios en el escudo, no fueron propuestas reiterativas de la población.
De ahí se deduce que la población boliviana tiene una agenda de prioridades que no necesariamente coincide con la que los medios impresos presentan a esa misma población. Algo preocupante.
Por un lado, puede significar que los medios están alejándose cada vez más de los verdaderos intereses y realidades de la gente. Y, segundo, que no están ayudando a la construcción de los intereses públicos en base a los cuales se debate, se argumenta, se contra-argumenta, se razona y, lo más importante, se decide.
Sin la participación de los medios, dice Pedro Santana Rodríguez, muchas necesidades de personas o grupos no logran formar parte de la opinión pública y, por lo tanto, quedan al margen de la agenda pública y de las decisiones políticas.
El énfasis en el conflicto, además, sugiere que el periodismo cubrió la Asamblea Constituyente con su óptica tradicional centrada en el acontecimiento: sólo es noticia lo anormal, lo raro, lo problemático y lo que genera suspenso. Fue cubierta como un cónclave más, pero no como un proceso.

En ella hubo propuestas, debate, conversaciones, dilemas, diálogos, críticas y deliberaciones, pero poco de ello se vio reflejado en las páginas de los periódicos bolivianos. De lo que, en cambio, se habló fue de las peleas, pugnas, conflictos, confrontaciones y disensos, sin mostrarlos como parte o fase de cualquier negociación, sino como resultado último.
La presente investigación ha arrojado también otros datos que aquí apenas serán mencionados.
En el periodo enero-abril de este año, sólo el 11 por ciento de los materiales publicados desarrollaron propuestas; el 88 por ciento consistió en noticias (hubo muy poco uso de entrevistas y reportajes, subgéneros periodísticos que permiten desarrollar más y mejor el cómo y el porqué de los casos tratados); al ser pobres los contenidos, también lo fueron las fotos, que consistieron básicamente en tomas de constituyentes sentados, participando de una sesión; sólo el 32 por ciento de los asambleístas fueron fuente de información pero apenas la mitad de ellos lo fue más de ocho veces.
Estos últimos, es decir, quienes más hablaron de la Asamblea Constituyente fueron los voceros de los partidos que, con rara excepción, nunca se refirieron a los temas de sus comisiones, sino a consignas políticas.
Los editoriales atacaron a la Asamblea. Los artículos de opinión aclaraban lo que no se decía desde las páginas informativas.
Resulta pertinente reflexionar sobre el aporte a ‘lo público’ que están haciendo los medios. No es público lo publicable, ni lo estatal, ni lo que sucede en las calles. ‘Lo público’ es lo que construye ciudadanía y conciencia democrática.