27 de febrero de 2014

Periodismo y cobertura de desastres

Vania Sandoval Arenas

La magnitud de los desastres vividos en lo que va del año 2014 obliga a reflexionar a todos los actores sociales y políticos en torno a las causas y consecuencias de los mismos. Desde este artículo se intenta dar lineamientos útiles para el trabajo periodístico en estas difíciles circunstancias, analizando primero la cobertura informativa de anteriores situaciones de emergencia en Bolivia y recogiendo recomendaciones utilizadas en otros países que se han enfrentado a este tipo de dificultades.
En Bolivia, la prensa no utilizó todas sus potencialidades  para contribuir a paliar los efectos de los desastres naturales de “El Niño” y “La Niña” en 2007 y 2008, dedicando muy poco espacio a las informaciones sobre prevención, las causas de las inundaciones y otras noticias realmente útiles para las comunidades afectadas. Ése es uno de los resultados de la investigación del Observatorio Nacional de Medios (ONADEM), que analizó la información sobre las inundaciones del oriente en tres periódicos (La Palabra del Beni, El Deber de Santa Cruz y La Razón de La Paz) durante esos años. Para efectos comparativos, se tomó el mes de febrero en ambos años como muestra en los tres periódicos analizados.
Foto: Jornadanet
Los desastres naturales afectaron entonces a casi todos los departamentos de Bolivia, pero se presentaron con más fuerza en Beni y Santa Cruz.
La cobertura noticiosa sobre los fenómenos de “El Niño” y “La Niña” fue similar en ambas etapas, los enfoques informativos estuvieron centrados en la ayuda nacional e internacional, el reparto de alimentos y los daños materiales que provocaron. La información relacionada con temas de prevención no tuvo importancia mayor en la cobertura, ya que el tema apenas fue abordado: en el caso de “El Niño” en un 1% y en el de “La Niña” en un 8%  de las notas publicadas[1].
Las dos fuentes más utilizadas en las coberturas hechas en ocasión de la ocurrencia de los dos fenómenos climatológicos fueron, por un lado, los representantes del Poder Ejecutivo nacional (38% y 44%, los años 2007 y 2008, respectivamente) y, por otro, las prefecturas (13%  y 34%, los años 2007 y 2008, respectivamente). El año 2008 los prefectos de Santa Cruz y Beni alcanzaron mayor protagonismo en la cobertura informativa de los desastres naturales.
La investigación concluyó que la cobertura dada a los desastres, luego del análisis de temas y fuentes, dio cuenta de las acciones de las autoridades más que brindar información necesaria y vital para coadyuvar en la reducción del impacto de tales desastres.
La cobertura informativa de los diarios estudiados respecto a las inundaciones en el oriente los años 2007 y 2008 mostró una agenda sujeta a las informaciones oficiales y a las acciones de las autoridades, con mucho menor énfasis respecto a las necesidades ciudadanas. Por ejemplo, no se ayudó a entender a las inundaciones como “procesos de incomunicación entre el sistema social y la naturaleza”, a decir del especialista colombiano Gustavo Wilchez-Chaux.

Foto: ANB-ABI
2014: El mayor desastre de los últimos años
El gobierno nacional indicó que existen al menos 59 882 familias afectadas en todo el país. Se calcula que existen 60 fallecidos por causa de las intensas precipitaciones pluviales desde octubre de 2013 hasta febrero 2014, según informes del Ministerio de Defensa. Los mayores desastres se han concentrado en los departamentos de Beni, La Paz, Cochabamba, Chuquisaca, comprendiendo al menos a 119 municipios.
En la cobertura mediática de los efectos de las lluvias de febrero en Bolivia se ha visto  que los medios reflejaron imágenes de las zonas inundadas —aun a costa de las dificultades para llegar a los lugares afectados— y de las penurias de la población, así como tomaron contacto con autoridades para demandar ayuda y medidas paliativas. Se ha hablado en las noticias  del  número de afectados (personas, animales), daños materiales y humanos, nivel de subida de las aguas; los periodistas han asumido un importantísimo rol como promotores de las donaciones, mediante campañas y programas que destacaban los alcances del drama humano que se está viviendo, logrando visibilizar la tragedia que se vive en las poblaciones afectadas.
También los últimos días se ha visibilizado en los medios periodísticos el conflicto entre el gobierno nacional y el gobernador y cívicos del Beni, relativo a la solicitud de declaratoria del Beni como zona de desastre hecha por estos últimos con el fin de habilitar más recursos de manera expedita, posibilidad que fue negada por el gobierno argumentando que la gobernación puede disponer de los recursos con  que ya cuenta y debería usarlos sin necesidad de dicha declaratoria.
Pese a lo meritorio de la cobertura realizada en el país, es necesario sugerir algunas pautas para lograr un trabajo periodístico que sea útil para superar la difícil situación de los afectados y contribuir a paliar los complejos efectos de un desastre. Estas recomendaciones, sintetizadas a continuación, están desarrolladas en dos manuales para periodistas que cubren emergencias, bajo el enfoque de la ética periodística, el respeto a los derechos humanos y la responsabilidad social[2]:
Hablar de desastres con causas y consecuencias
Es importante realizar  notas que analicen las causas de las inundaciones u otros desastres —que no son atribuibles solamente a fenómenos de la naturaleza— y las posibles consecuencias de las mismas para las comunidades afectadas.  Es un trabajo que no sólo involucra a los periodistas, sino a las autoridades de todos los niveles e instituciones especializadas. Hay mucho que aprender de experiencias de otros países en este tema.

Alertar sin alarmar, cuidar las imágenes
Es imprescindible realizar un tratamiento adecuado de las imágenes que se mostrarán, explicando por ejemplo a qué día corresponden (no se debiera mostrar sólo las imágenes del pico más alto de la inundación de manera reiterada, sobre todo si por ejemplo las aguas bajan y las situación va cambiando). No se debe mostrar el desastre siempre como creciente, como un peligro continuado, si es que la situación ha mejorado.
Es preciso indicar, además, cómo se obtuvieron estas imágenes.
Existe la necesidad de tener cuidado con primeros planos innecesarios , sobre todo cuando hay personas heridas o cadáveres. Es imperativo no vulnerar derechos de los damnificados mostrando imágenes que pueden herir sensibilidades de las familias afectadas y que  juegan con la morbosidad además de generar mayor alarma.
Es preciso advertir a la teleaudiencia antes de difundir alguna imagen de la tragedia que pueda causar una fuerte impresión.
Foto: El Deber
La tecnología ayuda, pero es necesario verificar
Es fundamental verificar la información sobre todo cuando proviene de envíos no periodísticos. Por ejemplo, fotos tomadas con celular por aficionados,  o  imágenes que circulan en redes sociales. Estas fotos pueden ser verídicas, pero en algunos casos pueden corresponder a otros lugares o a otros momentos.
En pasados días, por ejemplo, en el país se difundió en varios medios una filmación en la que se veía un camión supuestamente hundido en un río beniano. Luego se descubrió que dichas imágenes fueron tomadas en México en el marco de otra inundación. A raíz de este caso, el diario cruceño El Deber, cumpliendo con un deber ético, realizó la correspondiente rectificación al día siguiente de la publicación del vídeo[3]. La tecnología brinda posibilidades de cubrir información en lugares inaccesibles para la prensa; sin embargo, esta facilidad no exime al periodista de la responsabilidad de verificar ese tipo de información. 

No sólo cubrir autoridades, diversificar temas
Resulta necesario, en el marco del pluralismo, diversificar las fuentes y los temas. No sólo hablar con las autoridades, no sólo hablar de la distribución de la ayuda. También es necesario hablar de los problemas de grupos vulnerables, por ejemplo personas con discapacidad o adultos mayores. Es deseable cuidar el balance de género en las fuentes. Sería especialmente útil hablar también de lo que vendrá en los próximos días, por ejemplo: problemas de salud como epidemias (en tono preventivo, no alarmista), reconstrucción de poblaciones, campamentos que se mantendrán por un lapso de tiempo.  Los especialistas en desastres, reconstrucción, epidemias, salud mental y otros temas relacionados tendrían que estar presentes en las noticias, mostrando la complejidad de los procesos que se viven durante estas situaciones y brindando informaciones útiles para los afectados.
Cubrir también las experiencias positivas
Es recomendable y muchas veces alentador recoger experiencias de otros países. Se pueden hacer notas de las lecciones aprendidas en otros lugares, los problemas enfrentados y las soluciones encontradas en otros países, por ejemplo para distribuir ayuda, prevenir enfermedades, luchar por mantener la salud mental y recuperarse de los traumas sufridos, así como aminorar la posible violencia que a veces se presenta en campamentos de refugio.
Existe la necesidad de difundir las acciones positivas de organizaciones,  de las comunidades, el trabajo voluntario, las acciones coordinadas de autoridades que muchas veces se unen aun teniendo distinto color político.
Una cobertura informativa plural, integral, respetuosa de los derechos y visibilizadora de la complejidad del proceso estará inserta en un periodismo de paz o “convivencia” que ayude al ejercicio de los derechos ciudadanos en el marco del Derecho a la Información y Comunicación (DIC), pese a las circunstancias difíciles de los desastres y a propósito de ellas.



[1] Ver “Inundaciones y diarios. Los daños materiales están primero”, de Vania  Sandoval y Jenny Soto, en Medios a la Vista. Informe sobre el periodismo en Bolivia 2005-2008. ONADEM. Fundación UNIR Bolivia. La Paz. pp. 103-108
[2]  Se puede consultar, entre otras publicaciones, el Manual Periodístico para la Cobertura Ética de las Emergencias y los Desastres de la Organización Panamericana de la Salud OPS. Costa Rica, 2011, localizable en  http://bvpad.indeci.gob.pe/doc/pdf/esp/doc2271/doc2271-contenido.pdf y Cobertura de Desastres y Crisis de Debora Potter y Cherry Ricciardi. International Center of Journalists. Washington, 2009, localizable en http://www.libertad-expresion.org.mx/wp-content/uploads/2010/06/ICFJ_disaster_ESP.pdf

3 de febrero de 2014

RASGOS Y DESAFIOS DE LA OFERTA TELEVISIVA PRIVADA BOLIVIANA


Bernardo Poma Ulo[1]

Una programación en su mayor parte dedicada al entretenimiento con predominancia de los contenidos extranjeros, junto a una disminuida presencia de programas culturales y la producción nacional reducida casi exclusivamente a lo periodístico, son algunos de los rasgos más sobresalientes de cinco redes nacionales de la televisión privada boliviana.       

Esas y otras características fueron encontradas a partir del monitoreo de la oferta de programación de las redes PAT, UNO, ATB, Unitel y Bolivisión[2], en una semana íntegra de emisiones (del 3 al 9 de junio de 2013), lo que significó el análisis de una muestra de 657 emisiones de programas y más de 700 horas de transmisión. Los objetivos fueron correlacionar el espacio de la producción televisiva nacional respecto de la extranjera y caracterizar la oferta de programación a partir de categorías generales de clasificación de los programas y sus respectivos formatos (ver Tabla 1[3]).

Tabla 1
Categorías, formatos y tipología de programas televisivos
Categoría
Formato / tipo de programa
Periodístico general

Noticiero; revista informativa; debate;  flash informativo
Deportivo

Noticiero deportivo; revista deportiva; transmisión deportiva
Entretenimiento
   

Serie; telenovela; película, dibujo animado; talk – show; reality show; revista de variedades; serie de comedia (sitcom); sketchs; bloopers; docu-ficción de humor; musical; espectáculo deportivo; esoterismo; programa contenedor; concurso
Cultural
Revista cultural; documental de viaje; documental antropológico; entrevista de trayectoria.
Religioso
Doctrina católica; doctrina evangélica
Información institucional
Promoción institucional; información gubernamental


La emisión de programas de producción nacional y extranjera se estudió considerando, en principio, el número de emisiones en el periodo de estudio, esto es, 657 programas emitidos en una semana íntegra. En ese sentido, el promedio general mostró una apreciable mayor cantidad de programas extranjeros emitidos (57%) respecto de los nacionales (43%).

Programación en la TV privada boliviana
Emisión de programas nacionales y extranjeros (en %)
Total Nº de emisiones: 657

Ahora bien, al contrastar el número de programas con el tiempo de su emisión, se ratificó la tendencia a favor de la mayor presencia de la programación de producción extranjera  en relación a la de origen nacional. Así, aunque el porcentaje de tiempo de difusión de programas nacionales subió en 4 puntos (hastael 47%) en relación al porcentaje del número de emisiones, no se revirtió la tendencia favorable a los programas extranjeros (53% del tiempo total de emisión).

La red ATB se caracterizó por presentar casi un equilibrio numérico entre los programas de distinto origen, con 51% de emisión de programas nacionales y 49% de extranjeros. En uno de los extremos, Bolivisión (86% )y Unitel (71%) emitieron más programas extranjeros y redujeron el número de programas nacionales a mucho menos de un quinto (14%) o menos de un tercio del total de emisiones (29%), respectivamente. En el otro extremo, PAT fue la red con mayor número de programas nacionales difundidos, alcanzando las tres cuartas partes (75%) y reduciendo el de los extranjeros a la cuarta parte de todas sus emisiones (25%), mientras que la red UNO fue la segunda red con más número de  programas nacionales (61%) respecto de los extranjeros (39%).        

La oferta de programación de la televisión privada boliviana

Las redes de televisión privadas, en la semana estudiada, difundieron entretenimiento como tendencia general y mayoritariamente, con más de dos tercios (67%) de todos los programas emitidos. En segundo lugar, una quinta parte del número de programas fueron periodísticos (20%).

Programación en redes de televisión privada
Semana completa de emisiones
(Porcentaje de emisiones por categoría)

A bastante distancia aparecieron programas que abordan o difunden temas específicos. Entre éstos, destacaron los programas religiosos que alcanzaron el 5%, esto es, casi el doble de los deportivos (3%). Muy pocos fueron los programas culturales (0,3%), dado que sólo una red (ATB) abrió el espacio para esa categoría. La información institucional del canal u otras instituciones alcanzó al 3,7% del total de programas emitidos, pero se trató generalmente de espacios de corta duración, de tal forma que en tiempo su presencia fue escasa (0,8%). Aun así, estos últimos fueron más frecuentes que los culturales tanto en número de programas como en tiempo de emisión.  

A partir de la tendencia anotada, y considerando los 7 días de la semana, se verificó que  los canales con menor porcentaje de tiempo de información periodística general —incluso menos que el promedio general (24%)— fueron, Bolivisión (20%) y Unitel (17%). La red ATB replicó la tendencia general  con 24%.  Y PAT (36%) y red UNO (32%) destacaron por una mayor proporción de tiempo para sus programas periodísticos. Cabe señalar que la gran mayoría de los programas periodísticos fueron de producción nacional. 

Se distinguió entre estas redes privadas, la oferta diaria de dos programas periodísticos singulares en ATB, el primero, por el uso de un idioma nativo (“ATB Noticias Aymara”) y el segundo por un enfoque juvenil y educativo de las noticias (“Pica”), este último también estuvo presente en la programación de fin de semana (sábado).   

Telenovelas y el entretenimiento transnacionalizado

Respecto de los formatos de entretenimiento más difundidos por la televisión privada, destacaron las telenovelas, todas de producción extranjera, que alcanzaron casi la cuarta parte (24%) del número total de emisiones en esta categoría. Le siguieron otros formatos y programas también de producción extranjera: las series (14%) y las películas (13%) y los dibujos animados (12%). Entre las comedias de situación, también con 12%, sólo hubo una de producción nacional (“Los Serrano”, de la red UNO).   
    
En el análisis particular, dos canales superaron la tendencia general al emitir muchas más telenovelas en la categoría de entretenimiento: UNO (41%) y Unitel (34%), los cuales difundieron hasta 7 novelas distintas en un mismo día o durante la semana. Los otros canales difundieron entre 2 y 4 novelas distintas por semana y, en consecuencia, tuvieron a otros formatos como mayoritarios en sus emisiones: Bolivisión a las series (35%), ATB a las películas (26%) y PAT a las revistas de variedades (27%).  Justamente a partir de las revistas de variedades, se visibilizó la producción nacional, sobre todo en las difundidas por las mañanas o por las tardes de lunes a viernes (con excepción de Bolivisión que no presentó ninguna).

Programas de talk-showbloopers y sketchs fueron de producción tanto nacional como extranjera, excepto en Bolivisión que sólo difundió programas extranjeros con estos formatos. 

Hasta aquí, más allá de la propiedad y el modelo de gestión televisiva, interesa considerar esa tarea pendiente (y desafío) de desarrollar las capacidades creativas y productivas de la televisión boliviana, en la perspectiva de contribuir en la construcción de la memoria e identidad nacional[4]. A esa fuerza representativa y simbólica de la televisión podría añadirse el movimiento económico, logístico y profesional que el desafío asumido podría generar.

Las condiciones básicas en el lado de la audiencia para asumir esas y otras tareas en pro de una televisión de y con calidad están dadas, ya que ésta ocupa un lugar preponderante en la relación cotidiana de la ciudadanía con los medios de comunicación[5].

Evidentemente, cualquier desafío conllevará varias reflexiones previas y más de una dificultad. Por ejemplo, no se trataría de disminuir los programas de entretenimiento y aumentar los de cultura o educación, como ámbitos totalmente excluyentes. Más que una visión polarizada, podría proponerse un “entretenimiento con sustancia” y una “culturización entretenida” [6].



[1] Responsable Metodológico Operativo del Observatorio Nacional de Medios de la Fundación UNIR.    
[2] El estudio completo incluye a la red estatal Bolivia TV (BTV); sin embargo, en este primer artículo se presenta un resumen de resultados referidos sólo a los canales formalmente de propiedad privada.
[3] Las categorías y formatos de la Tabla 1 fueron construidos a partir de una bibliografía especializada consultada para el efecto.    
[4] Cf.: OROZCO GÓMEZ, Guillermo y LOPES, Maria Immacolata Vassallo de (coordinadores). Memoria Social y ficción Televisiva en Países Iberoamericanos. Anuario Obitel 2013. Porto Alegre: Sulina, 2013 (pg. 80).
[5] Cf. OBSERVATORIO NACIONAL DE MEDIOS (ONADEM). Tu palabra sobre las noticias y el DIC. Consulta ciudadana 2. La Paz: ONADEM/UNIR, mayo de 2013 (mimeo, pg. 4).
[6] Véase: VÁSQUEZ, Guillermo. “Al fondo hay sitio: una mirada mediada e inclusiva a nuestras diferencias”. En: Dettleff, James (editor). Representación e inclusión en los nuevos productos de comunicación. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 2012. (pg. 99).