28 de junio de 2010

Un derecho emergente

Erick R. Torrico Villanueva

Una de las novedades presentes en la Constitución Política del Estado vigente desde el pasado año es el reconocimiento del Derecho a la Información y la Comunicación, hecho que representa un salto cualitativo con relación a lo que establecía la anterior Carta Magna acerca de la libertad de expresión.

La boliviana es la segunda Constitución latinoamericana en incorporar el mencionado derecho ¬—la ecuatoriana lo hizo en 2008— y abre un conjunto de oportunidades con potencial incidencia en la expansión de la democracia. Sin embargo, la Información y la Comunicación todavía no están asumidas en su dimensión de derechos por la población, además de que su definición constitucional es insuficiente.

Esa situación es propicia para que pueda llevarse a cabo un amplio diálogo social en torno a este derecho emergente que posibilite su correspondiente formalización precisa y lo convierta en exigible. Así lo ha entendido la Fundación UNIR Bolivia que hace unas semanas publicó el documento “Información y Comunicación, derechos de todas las personas – Notas para un programa de reflexión” con el fin de proporcionar elementos conceptuales, históricos y propositivos sobre el particular.

“El establecimiento de un derecho plantea inevitablemente una tensión entre el individuo y la sociedad, entre lo personal y lo colectivo, pues lo que busca es definir un ámbito de regulación de las conductas, intento que no puede concretarse si no es recomponiendo parte del orden imperante”, recuerda el documento en alusión al juego de intereses que moviliza un tema así. Frente a ello, sostiene que la democracia es el mejor campo y la mejor estrategia de gestión de las diferencias en vista a la promoción del interés público.

Anota, asimismo, que todo derecho está compuesto por una o más libertades y que éstas, a su vez, implican una o más responsabilidades. Es la comprensión de ello, indica, lo que ha permitido el desarrollo alcanzado hasta hoy por la humanidad en materia de consagración de derechos, un proceso que lleva siglos y que tuvo un momento culminante en 1948 con la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En materia de Información y Comunicación, un primer hito relevante estuvo representado por los debates que generó la propuesta del Derecho a la Comunicación en el seno de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura entre las décadas de 1970 y 1980.

Actualmente, se estaría manifestando un nuevo hito, a partir de la constitucionalización del Derecho a la Información y la Comunicación en algunos países como también de la aparición en varios otros de demandas sociales al respecto a diferencia de lo acontecido hace más de 30 años cuando tales movimientos más bien provenían de círculos especializados. Este segundo momento de importancia, entonces, comienza a caracterizarse por la legitimación ciudadana de la propuesta y por su real eficacia política.

La propuesta de la Fundación UNIR Bolivia (véase www.unirbolivia.org), que consigna una descripción de las libertades individuales y colectivas comprendidas en este nuevo derecho así como señala los principios irrenunciables que lo guían, se orienta a impulsar un programa de reflexión en que los actores de la sociedad y el Estado logren consensos para fomentar “la democracia comunicada y la comunicación democrática en el país” mediante el reconocimiento generalizado y la puesta en vigor del Derecho a la Información y la Comunicación.

7 de junio de 2010

Radialistas de la Red Amazónica frente a las agresiones

Osman Patzzi Sanjinés

Los y las participantes del décimo taller de capacitación para radialistas de la Red Amazónica que se desarrolló del 19 al 21 de mayo en la radio Santa Cruz, con el auspicio de la Fundación Unir Bolivia y el Defensor del Pueblo, abordaron el tema de las agresiones a periodistas y concluyeron que todos y todas, en determinado momento de su ejercicio periodístico, habían sido víctimas de algún tipo de agresión.

Las más frecuentes fueron las agresiones verbales y de acuerdo a los testimonios y la representación gráfica que hicieron de ellos y ellas frente a las situaciones de violencia, existe una sensación de desprotección y una peligrosa tendencia a que los hechos sean cada vez más graves, tanto que se ve amenazada su integridad física.

Así como la impunidad es un factor común en los casos registrados en el informe actualizado Agresiones a periodistas y medios 2007-2009, trabajo del Observatorio Nacional de Medios realizado por Vania Sandoval y su equipo, los y las radialistas de emisoras de Pando, Beni, Santa Cruz, Chuquisaca y Tarija perciben que la falta de sanciones en la justicia para los agresores son un aliciente para que ocurran reincidencias o que cualquier persona se sienta con libertad para “sentar la mano” a un o una periodista si considera que así lo amerita.

En un rico debate, los y las periodistas de la Red asumieron que muchas veces los actos de violencia son originados por fallas en el ejercicio periodístico, pero de manera casi unánime consideraron que nada puede justificar una agresión. La única voz contestataria fue la de un periodista de Ascensión de Guarayos, que sostuvo que “hay veces que los periodistas merecen llevar palo”, aludiendo los casos extremos de faltas a la ética y a las normas.

¿Qué se entiende por agresión? fue la pregunta de arranque. Y las respuestas fueron: Sinónimo de violencia física o verbal, sentimiento de rabia que deriva en acciones violentas, actitudes que se ejercen para provocar el silencio, manifestación de debilidad y falta de conciencia, una forma de menospreciar el trabajo periodístico, reaccionar violentamente por falta de diálogo, no respetar los derechos de otras personas, el dolor en el corazón que perdura por siempre, pero a la vez da fuerza para mejorar como periodista, acción física o psicológica que se comete por cualquier medio afectando el derecho e integridad de otro u otros en beneficio propio o de grupos de poder que se convierte en problema social, y una forma de expresarse faltando el respeto a los demás. Todas estas definiciones salieron del grupo, a partir de la construcción del concepto por lo que es, lo que no es, sus clases o tipos y de qué forma parte.

Otro aspecto relevante en la dinámica fue la presentación de los dibujos sobre cómo se veían los periodistas de la Red Amazónica frente a la agresión. Generalmente se mostraron como víctimas, ya sea de insultos, de golpes de puño y patadas, piedrazos y hasta amenazas con arma de fuego. También hubo una representación en la que la víctima de la agresión era la audiencia debido al contenido de las informaciones propagadas de manera sensacionalista por el locutor y la locutora.
Fue reiterada la representación de cerco a la emisora, donde el periodista aparece indefenso, rodeado por una turba armada con palos y piedras que además lanza insultos. El clima de polarización que no es ajeno en estas poblaciones también se reflejó en dibujos que muestran a los bandos radicales en actitud violenta. “Mentiroso”, “bandido” y “masista”, son las voces que se representaron como agresión verbal hacia el y la periodista.

En la conclusión, los participantes acordaron que la mejor forma de prevenir acciones violentas en su contra es ejercer el oficio con responsabilidad, pero para ello también demandaron de parte de las autoridades un mayor compromiso para castigar a los agresores, lo que es más difícil en poblaciones pequeñas, donde los poderosos se sienten impunes porque creen que el brazo de la justicia no los alcanza.