Lizbeth Mejía
¿Cómo quiere verse la gente de a pie reflejada en los medios? ¿Qué temas le interesa ver? Fueron interrogantes que encontraron una respuesta en la “Agenda Ciudadana elecciones 2009”, producto elaborado por la iniciativa de comunicación de la Fundación UNIR Bolivia.
El equipo de Comunicación de la Fundación UNIR fue al encuentro de la gente habitualmente relegada en la cobertura mediática, para escuchar los argumentos y las propuestas planteadas en seis ciudades de Bolivia, mediante conversatorios y grupos focales. Intencionalmente se eligió como tema central el trabajo de los medios en la cobertura electoral, por su importancia en la coyuntura nacional.
El objetivo de los encuentros fue recoger la percepción que tenían los ciudadanos – de sectores poco cubiertos en los medios- sobre el trabajo de los medios en épocas electorales, cuáles eran los aspectos positivos y negativos. Luego se les pidió que plantearan sus demandas. El pedido fue contundente: Transparencia, neutralidad y responsabilidad. Además, la gente consultada expresó que desea verse más en los medios, espera que los medios velen por la unidad nacional y que traten a todos los candidatos por igual.
Pero lo que es importante resaltar al término de la experiencia es que los ciudadanos reconocen positivamente el trabajo de los periodistas y de los medios argumentando que si no fuera por ellos, la población no tendría las mismas oportunidades de estar informados de lo que pasa aún cuando evidencian falencias en su trabajo. Otro elemento importante es que el referente principal de los ciudadanos de las capitales son las grandes cadenas televisivas, luego la radio y mínimamente los periódicos.
Los ciudadanos consultados señalan que no se puede generalizar, cada medio tiene su particularidad, no basta con hacer la diferencia entre medios estatales y privados, o medios urbanos y rurales, es necesario profundizar en las estructuras de propiedad para no meter a todos en la misma bolsa. Cada caso es distinto, por ejemplo, cuando se presentó el documento de la Agenda a un grupo de periodistas de áreas rurales, es decir de radios comunitarias, no podían concebir en su trabajo más participación ciudadana, porque esa es precisamente la manera que ellos se relacionan con sus comunidades, de cerca y de manera permanente.
El documento que resume la investigación realizada por la Fundación UNIR quizás no logre mostrar la magnitud de todo lo expresado por los 200 ciudadanos en más 70 horas de conversación y argumentación; sin embargo se intentó respetar su voz y plasmarla de manera textual, lo que supuso también un largo proceso de sistematización.
Una guía hecha por periodistas para la cobertura electoral
Paralelamente a este trabajo y en coordinación con los periodistas de La Paz, Cochabamba, Tarija, Santa Cruz, Cobija y El Alto, se realizaron una serie de talleres con los trabajadores de la información para realizar las mismas preguntas, cómo ven su trabajo en tiempos electorales, aspectos positivos y negativos. Dentro de estos encuentros el ONADEM (Observatorio Nacional de Medios) presentó las características de la cobertura tipo que ellos habían encontrado a lo largo de varios monitoreos de las diferentes elecciones realizadas en el último tiempo en nuestro país.
Los datos por el ONADEN se resumen básicamente en que los medios se centraron en los discursos polarizados del gobierno y la oposición y que la agenda mediática reproduce casi en su totalidad la agenda política, además se personaliza la campaña alrededor del candidato dejando de lado la presentación y el debate de propuestas. Luego de esta exposición y de su inicial autoevaluación los periodistas se plantearon una serie de desafíos para cubrir las elecciones.
Con los insumos vertidos en conversatorios y talleres se elaboró la Guía de Cobertura Electoral con 15 desafíos planteados por los propios periodistas. La Guía destaca como primera tarea, hacer que la ciudadanía sea protagonista de la cobertura informativa, no sólo en tiempos electorales sino permanentemente, dejando de lado la posición prejuiciosa de que el ciudadano aparece en las noticias generalmente como víctima o malhechor, dos imágenes recurrentes en los medios. Resalta también la necesidad de trabajar con visión nacional.
Los otros desafíos tienen que ver con normas del periodismo: informar sin opinar, sin polarizar, buscar equilibrio de fuentes, temas y enfoques, lograr una agenda propia, escapar del sensacionalismo, explorar nuevos formatos y lograr un rol más activo a los reporteros. Los desafíos coyunturales están dados por lograr debates respetuosos, incluir a todos los candidatos, pasar de las consignas a las propuestas, responsabilidad con las primicias, tener mucho cuidado con los resultados de encuestas o sondeos para no generalizar.
Los ciudadanos quieren ser protagonistas en la cobertura de los periodistas diariamente, desean ser tomados en cuenta como actores de la realidad no solo en tiempos electorales. Un aspecto final es la necesidad de crear en la población una visión crítica de los medios, pero acompañada de información suficiente sobre las complejidades del trabajo periodístico.
16 de diciembre de 2009
3 de diciembre de 2009
Una semana de TV y elecciones: slogans en vez de propuestas
Las propuestas programáticas de los partidos fueron relegadas y las movilizaciones de campaña fueron destacadas. Tales fueron las características principales de las noticias televisivas correspondientes a la primera semana de octubre pasado, lapso tomado como primera muestra de análisis por el Observatorio Nacional de Medios, ONADEM, de la Fundación UNIR Bolivia, que se propuso examinar la presencia de las propuestas electorales en los noticieros de televisión.
La cuarta parte (26%) de las noticias televisivas difundidas del 5 al 9 de octubre en seis redes de televisión estuvo referida a las elecciones. El 62,5% de ese total tuvo como eje de cobertura las actividades de campaña, centralmente las movilizaciones organizadas por los partidos políticos, y sólo el 5% se refirió a las propuestas y programas de los partidos y candidatos.
Dentro de las noticias sobre “campañas”, las declaraciones de los candidatos estuvieron centradas en el “debate” al que se retaba al candidato del MAS. La campaña se convirtió en acontecimiento noticioso en sí mismo, priorizando la línea informativa de cubrir las noticias ligadas haciendo énfasis en la confrontación de slogans y declaraciones sobre muy pocos ejes argumentales. En las noticias se dio cobertura a la supuesta religiosidad de los contendores políticos, dado que el arranque de campaña de dos partidos —efectuado 5 de octubre— se lo hizo con sendas misas.
Los temas ligados a los derechos de las mujeres ocuparon sólo el 0,5% de la cobertura informativa.
El Canal 7 (43% de su noticiero), la Red PAT (31%) y la Red Unitel (28%) fueron los que más cobertura dieron a las elecciones en la semana tomada como muestra.
Las propuestas fueron presentadas como slogans
Los temas y argumentos de las propuestas de programas de gobierno, relegadas en general al 5% de todas las noticias electorales, fueron difundidas priorizando los slogans definidos por los actores políticos. Eso se evidenció en que las propuestas difundidas por los noticieros fueron similares en los canales analizados. Si bien el abordaje de la información tuvo rasgos distintos según el medio, los temas objeto de cobertura fueron similares en los seis canales; por ejemplo, el “debate” o la “religión.
Las propuestas se presentaron como slogans sin que hubiese habido un abordaje periodístico que indagara sobre sus probables mecanismos de ejecución y/o las diferencias existentes entre programas en torno a un tema. En tal sentido, la información contribuyó poco a la profundización de las temáticas planteadas por los candidatos que quedaron sólo como manifestaciones generales de buenas intenciones. Las diferencias entre propuestas sobre cómo ejecutarlas quedaron invisibilizadas. La propuesta como slogan, por lo tanto, como contenido informativo no diferenciado de la cobertura de los actos de campaña, se encontró como una tendencia general en las noticias de TV.
"Por ejemplo, hay una serie de empresas estatales que ahora están entrando a otros rumbos CARPENBOL, PAPELBOL fábricas de cartón, de papel, de leche. Ahí tenemos empresas aéreas, por ejemplo, la economía del Estado debe diversificarse" (H. Arce, red Uno, 7/10/09).
"Toda la riqueza de litio, la vamos a titularizar para que corresponda a todos los bolivianos y no solamente a un gobierno de turno..." (M. Reyes Villa, Unitel, 6/10/09).
La cobertura respetó el orden asignado por las encuestas a los candidatos
Los noticieros contribuyeron a dar la imagen de ratificación de unos resultados “ya definidos”, dado que la cobertura informativa está centrada en los candidatos y partidos que están liderizando las encuestas, esto es, que las organizaciones o candidaturas favorecidas
Evo Morales y el partido MAS recibieron casi la mitad de cobertura (46%) entre todas las fuentes partidarias, el tratamiento informativo que se le dio en tres canales fue de franca oposición.
Opinión e información unidas en el noticiero
Hubo diferencias e incluso preferencias abiertas por candidatos entre canales en el tratamiento informativo de algunas noticias. No se separó la información de la opinión a tiempo de presentar una noticia; véase, por ejemplo, estos casos:
Tema noticioso Información textual dada por el medio
Inicio de campaña PPB-CN en Santa Cruz
“Las informaciones dan cuenta que a Manfred Reyes Villa hoy en Santa Cruz le fue como en las encuestas, organizó y protagonizó una marcha para inaugurar su casa de campaña y la convocatoria fue muy poca” (Edgar López, contacto Santa Cruz, Canal 7, 6/10/09).
“Con una masiva caravana se ha iniciado la campaña en Santa Cruz por parte de Convergencia Nacional. Candidatos a diputados por diferentes circunscripciones como también a senadores caminaron hasta su casa de campaña, en la cual los va a recibir el capitán Manfred Reyes Villa” (reportero sin identificar, Unitel, 6/10/09).
Las misas en el inicio de campañas políticas
"Utilizan la fe, la iglesia para tratar de ganar votos. Cada ciudadano tiene su creencia religiosa e imaginamos que sabrán evaluar quién es útil y quiénes utilizan de manera mañosa a la iglesia para hacer campaña. Porque la Biblia lo dice: "cuando quieras orar entra a tu cuarto, cierra las puertas y ora ante Dios no con palabras vanas". Si no lean ustedes Mateo capítulo 6to, 7mo. y 8vo.” (Iván Canelas, Unitel, 5/10/09).
“Vamos a volver a escuchar la frase del vocero. Bueno lo que dice la Biblia por si acaso es que cuando confesares tus pecados los hagas por detrás de tu puerta encerrado, pero, solo. Pero rezar, orar uno puede hacerlo en cualquier parte, eso es lo que dice la Biblia. Qué dicen los manfredistas, critican lo que hace el MAS.” (Ximena Antelo, Unitel, 6/10/09).
“El gobierno critica las misas en el inicio de campaña de opositores. Perciben que se utiliza la fe para ganar apoyo. El portavoz presidencial Iván Canelas. Un oficialista que al parecer conoce muy bien la Biblia (P. Virrueta, Red Uno, 5/10/09).
El sesgo político fue evidente en el canal gubernamental y en otras redes. El Canal 7 realizó una cobertura descalificando a Manfred Reyes Villa en su inicio de campaña, hablando de prebendalismo y también de ausentismo en la concentración realizada en Santa Cruz. Todo lo contrario expresó Unitel, canal que calificó de “masiva caravana” a la misma actividad.
El canal gubernamental —que como ya se ha señalado fue el que más notas difundió sobre las elecciones— usó fuentes del MAS en el 72% de las fuentes partidarias consultadas (Los canales en promedio le asignaron el 46% al partido de gobierno, PPB-CN 21% y UN 14%). La Red UNO cuestionó sistemáticamente al candidato del MAS por negarse a debatir, señalando que presenciar un debate entre candidatos es un derecho ciudadano. La candidatura de UN fue invisibilizada en el canal gubernamental y otros canales le dieron cobertura haciendo notar que está “lejos” en las encuestas.
En ese escenario, cabe destacar que los noticieros abrieron espacios la difusión de propuestas en mayor medida que en otros procesos electorales porque se invitó a candidatos a presentar y discutir propuestas. Sin embargo, no todos los candidatos tuvieron acceso a estos espacios ni recibieron el mismo tratamiento en tiempo y posibilidades de debate.
La sociedad civil organizada no fue fuente informativa en temas electorales; la ciudadanía estuvo presente en las noticias de manera atomizada, mediante sondeos. Dentro de esta modalidad de cobertura, la ciudadanía constituyó la segunda fuente informativa en el total de notas sobre las elecciones (25%), luego del partido MAS.
Las organizaciones sociales de distinto tipo no fueron fuente informativa, entendiendo que existe una multiplicidad de temas relativos al proceso electoral donde la ciudadanía pudo haber estado presente, pues los temas relativos al proceso electoral no se restringen al apoyo o rechazo a candidatos o partidos.
Las mujeres tuvieron una presencia disminuida como fuente informativa: en las noticias, habló una mujer —candidata o ciudadana— por cada cuatro varones.
La cobertura informativa televisiva de la primera semana de campaña contribuyó escasamente al conocimiento de las propuestas programáticas y mostró al menos en cuatro redes televisivas evidentes sesgos informativos a favor de candidaturas.
Desafíos como los de mayor protagonismo ciudadano, inclusión de todos los candidatos, pasar de las consignas a las propuestas, informar sin opinar o informar sin polarizar —sintetizados en la “Guía de cobertura electoral” que elaboró la Fundación UNIR Bolivia con la participación de 80 periodistas de diversos puntos del país— no fueron alcanzados en las noticias de TV de la primera semana del período electoral.
El periodismo en épocas electorales tiene que apostar por la información orientadora y de calidad que, en el lapso observado, más bien estuvo en déficit.
Equipo ONADEM
La Paz, noviembre 28 de 2009
La cuarta parte (26%) de las noticias televisivas difundidas del 5 al 9 de octubre en seis redes de televisión estuvo referida a las elecciones. El 62,5% de ese total tuvo como eje de cobertura las actividades de campaña, centralmente las movilizaciones organizadas por los partidos políticos, y sólo el 5% se refirió a las propuestas y programas de los partidos y candidatos.
Dentro de las noticias sobre “campañas”, las declaraciones de los candidatos estuvieron centradas en el “debate” al que se retaba al candidato del MAS. La campaña se convirtió en acontecimiento noticioso en sí mismo, priorizando la línea informativa de cubrir las noticias ligadas haciendo énfasis en la confrontación de slogans y declaraciones sobre muy pocos ejes argumentales. En las noticias se dio cobertura a la supuesta religiosidad de los contendores políticos, dado que el arranque de campaña de dos partidos —efectuado 5 de octubre— se lo hizo con sendas misas.
Los temas ligados a los derechos de las mujeres ocuparon sólo el 0,5% de la cobertura informativa.
El Canal 7 (43% de su noticiero), la Red PAT (31%) y la Red Unitel (28%) fueron los que más cobertura dieron a las elecciones en la semana tomada como muestra.
Las propuestas fueron presentadas como slogans
Los temas y argumentos de las propuestas de programas de gobierno, relegadas en general al 5% de todas las noticias electorales, fueron difundidas priorizando los slogans definidos por los actores políticos. Eso se evidenció en que las propuestas difundidas por los noticieros fueron similares en los canales analizados. Si bien el abordaje de la información tuvo rasgos distintos según el medio, los temas objeto de cobertura fueron similares en los seis canales; por ejemplo, el “debate” o la “religión.
Las propuestas se presentaron como slogans sin que hubiese habido un abordaje periodístico que indagara sobre sus probables mecanismos de ejecución y/o las diferencias existentes entre programas en torno a un tema. En tal sentido, la información contribuyó poco a la profundización de las temáticas planteadas por los candidatos que quedaron sólo como manifestaciones generales de buenas intenciones. Las diferencias entre propuestas sobre cómo ejecutarlas quedaron invisibilizadas. La propuesta como slogan, por lo tanto, como contenido informativo no diferenciado de la cobertura de los actos de campaña, se encontró como una tendencia general en las noticias de TV.
"Por ejemplo, hay una serie de empresas estatales que ahora están entrando a otros rumbos CARPENBOL, PAPELBOL fábricas de cartón, de papel, de leche. Ahí tenemos empresas aéreas, por ejemplo, la economía del Estado debe diversificarse" (H. Arce, red Uno, 7/10/09).
"Toda la riqueza de litio, la vamos a titularizar para que corresponda a todos los bolivianos y no solamente a un gobierno de turno..." (M. Reyes Villa, Unitel, 6/10/09).
La cobertura respetó el orden asignado por las encuestas a los candidatos
Los noticieros contribuyeron a dar la imagen de ratificación de unos resultados “ya definidos”, dado que la cobertura informativa está centrada en los candidatos y partidos que están liderizando las encuestas, esto es, que las organizaciones o candidaturas favorecidas
Evo Morales y el partido MAS recibieron casi la mitad de cobertura (46%) entre todas las fuentes partidarias, el tratamiento informativo que se le dio en tres canales fue de franca oposición.
Opinión e información unidas en el noticiero
Hubo diferencias e incluso preferencias abiertas por candidatos entre canales en el tratamiento informativo de algunas noticias. No se separó la información de la opinión a tiempo de presentar una noticia; véase, por ejemplo, estos casos:
Tema noticioso Información textual dada por el medio
Inicio de campaña PPB-CN en Santa Cruz
“Las informaciones dan cuenta que a Manfred Reyes Villa hoy en Santa Cruz le fue como en las encuestas, organizó y protagonizó una marcha para inaugurar su casa de campaña y la convocatoria fue muy poca” (Edgar López, contacto Santa Cruz, Canal 7, 6/10/09).
“Con una masiva caravana se ha iniciado la campaña en Santa Cruz por parte de Convergencia Nacional. Candidatos a diputados por diferentes circunscripciones como también a senadores caminaron hasta su casa de campaña, en la cual los va a recibir el capitán Manfred Reyes Villa” (reportero sin identificar, Unitel, 6/10/09).
Las misas en el inicio de campañas políticas
"Utilizan la fe, la iglesia para tratar de ganar votos. Cada ciudadano tiene su creencia religiosa e imaginamos que sabrán evaluar quién es útil y quiénes utilizan de manera mañosa a la iglesia para hacer campaña. Porque la Biblia lo dice: "cuando quieras orar entra a tu cuarto, cierra las puertas y ora ante Dios no con palabras vanas". Si no lean ustedes Mateo capítulo 6to, 7mo. y 8vo.” (Iván Canelas, Unitel, 5/10/09).
“Vamos a volver a escuchar la frase del vocero. Bueno lo que dice la Biblia por si acaso es que cuando confesares tus pecados los hagas por detrás de tu puerta encerrado, pero, solo. Pero rezar, orar uno puede hacerlo en cualquier parte, eso es lo que dice la Biblia. Qué dicen los manfredistas, critican lo que hace el MAS.” (Ximena Antelo, Unitel, 6/10/09).
“El gobierno critica las misas en el inicio de campaña de opositores. Perciben que se utiliza la fe para ganar apoyo. El portavoz presidencial Iván Canelas. Un oficialista que al parecer conoce muy bien la Biblia (P. Virrueta, Red Uno, 5/10/09).
El sesgo político fue evidente en el canal gubernamental y en otras redes. El Canal 7 realizó una cobertura descalificando a Manfred Reyes Villa en su inicio de campaña, hablando de prebendalismo y también de ausentismo en la concentración realizada en Santa Cruz. Todo lo contrario expresó Unitel, canal que calificó de “masiva caravana” a la misma actividad.
El canal gubernamental —que como ya se ha señalado fue el que más notas difundió sobre las elecciones— usó fuentes del MAS en el 72% de las fuentes partidarias consultadas (Los canales en promedio le asignaron el 46% al partido de gobierno, PPB-CN 21% y UN 14%). La Red UNO cuestionó sistemáticamente al candidato del MAS por negarse a debatir, señalando que presenciar un debate entre candidatos es un derecho ciudadano. La candidatura de UN fue invisibilizada en el canal gubernamental y otros canales le dieron cobertura haciendo notar que está “lejos” en las encuestas.
En ese escenario, cabe destacar que los noticieros abrieron espacios la difusión de propuestas en mayor medida que en otros procesos electorales porque se invitó a candidatos a presentar y discutir propuestas. Sin embargo, no todos los candidatos tuvieron acceso a estos espacios ni recibieron el mismo tratamiento en tiempo y posibilidades de debate.
La sociedad civil organizada no fue fuente informativa en temas electorales; la ciudadanía estuvo presente en las noticias de manera atomizada, mediante sondeos. Dentro de esta modalidad de cobertura, la ciudadanía constituyó la segunda fuente informativa en el total de notas sobre las elecciones (25%), luego del partido MAS.
Las organizaciones sociales de distinto tipo no fueron fuente informativa, entendiendo que existe una multiplicidad de temas relativos al proceso electoral donde la ciudadanía pudo haber estado presente, pues los temas relativos al proceso electoral no se restringen al apoyo o rechazo a candidatos o partidos.
Las mujeres tuvieron una presencia disminuida como fuente informativa: en las noticias, habló una mujer —candidata o ciudadana— por cada cuatro varones.
La cobertura informativa televisiva de la primera semana de campaña contribuyó escasamente al conocimiento de las propuestas programáticas y mostró al menos en cuatro redes televisivas evidentes sesgos informativos a favor de candidaturas.
Desafíos como los de mayor protagonismo ciudadano, inclusión de todos los candidatos, pasar de las consignas a las propuestas, informar sin opinar o informar sin polarizar —sintetizados en la “Guía de cobertura electoral” que elaboró la Fundación UNIR Bolivia con la participación de 80 periodistas de diversos puntos del país— no fueron alcanzados en las noticias de TV de la primera semana del período electoral.
El periodismo en épocas electorales tiene que apostar por la información orientadora y de calidad que, en el lapso observado, más bien estuvo en déficit.
Equipo ONADEM
La Paz, noviembre 28 de 2009
26 de noviembre de 2009
Periodismo en Bolivia: Escenas de una historia (sólo) basada en hechos reales
Santiago Espinoza A.**
Escena 1: Noche de turno en el periódico
Una llamada de último momento a la periodista del área policial alerta de un probable linchamiento en el poblado de Vacas, próximo a la región del Valle Alto cochabambino. Las víctimas serían dos policías delegados a la localidad. Con el recuerdo aún fresco de los tres policías ajusticiados en Epizana, en la redacción se desata una paranoia colectiva. Algunos compañeros sugieren a los que estamos de turno nocturno que nos embarquemos de una vez hacia Vacas; otros creen que es mejor confirmar más datos antes de lanzarnos a la aventura. Al final, le hago caso a los segundos y opto por permanecer un rato más en el diario a fin de buscar con insistencia –vía teléfono- a las fuentes policiales hasta desvirtuar o confirmar el hecho. El discado compulsivo de los móviles policiales se extiende hasta primeras horas del día siguiente, cuando me confirman que todo fue una falsa alarma. Así que todos de vuelta a casa, con anécdotas que contar, pero sin noticias sangrientas que publicar. No, todos no.
A la mañana siguiente, un diario sale a las calles denunciando, en su titular de tapa, el supuesto linchamiento de dos policías en Vacas… y con una foto (apócrifa, claro) del violento hecho cubriendo toda la portada. Al parecer, no todos los periodistas convocados por el rumor de la noche pasada se fueron hasta Vacas o insistieron hasta confirmar o desvirtuar con la Policía el suceso. Como fuere, lo cierto es que el diario en cuestión se mandó tamaña mentira como noticia, haciendo pasar por linchadores a todos los pobladores de una comunidad inocente que, aun a pesar de haber reclamado una sanción legal para los responsables de tal “negligencia”, ni siquiera habría merecido una nota rectificatoria.
Como reportero no son pocas las “metidas de pata” que comete uno en el desempeño de sus labores, pero, en todo caso, resultan ínfimas ante el número de ocasiones en que se sucumbe a la vergüenza ajena. En mi paso por esta profesión no recuerdo un episodio tan bochornoso como el relatado, el cual, por cierto, bien puede ilustrar varias de las taras/deficiencias identificadas por el Observatorio Nacional de Medios (Onadem) en el periodismo boliviano de los últimos años, sistematizadas y consignadas en la publicación que se presenta con el título Medios a la vista. Informe sobre el periodismo en Bolivia 2005-2008.
Al recordar este hecho, que no creo aislado sino sintomático, entiendo a cabalidad esa “baja de confianza ciudadana, el repunte de la improvisación profesional y el recurso frecuente del sensacionalismo” de las que habla este estudio al referirse a la crisis que atraviesa el periodismo boliviano de los últimos años. Bochornos como éste explican que representantes de las instituciones y organizaciones de la sociedad civil de las principales urbes del país crean, en un 49 por ciento, que hace cinco años los periodistas tenían más credibilidad que ahora, tal como lo demuestra una de las investigaciones compiladas en esta publicación. O que -circunscribiéndonos a nuestro entorno más cercano- un 67 por ciento de la ciudadanía cochabambina se manifieste insatisfecho con la imparcialidad de los medios, que un 64 por ciento tenga la misma sensación sobre su honestidad, que un 58 por ciento opine lo propio sobre su credibilidad y que un 54 por ciento desconfíe de su manejo de la verdad, por citar sólo algunos números de este estudio que hablan, con contundencia, de la maltrecha imagen que los medios y sus periodistas proyectan hacia la sociedad.
¿Que a nadie le importa la correspondencia de los hechos difundidos con la realidad capturada? ¿En qué queda la sujeción a criterios técnicos y éticos que garanticen la fiabilidad del mensaje publicado? Eso es lo de menos para muchas de las empresas mediáticas, en especial para las cadenas televisivas, que suelen operar atendiendo a la dictadura de la competencia mercantil y al impulso de soterrados intereses político-económicos. Voy a tratar de ilustrar nuevamente el asunto.
Escena 2: Tarde de monitoreo informativo
La red madre del sensacionalismo en Bolivia lanza la noticia de un accidente de tránsito reciente en la ciudad, apoyada de imágenes “en vivo” del automóvil que se volcó. Los datos principales -el “qué” y el “quién” de la noticia- , aunque precariamente, ya están señalados, por lo que sólo esperamos los complementarios que contextualicen el evento: el “cuándo”, el “dónde”, el “cómo” y el “por qué”. Pero éstos no llegan nunca. A lo sumo, se sobreentiende que el accidente se registró hace algunos instantes, pero de las circunstancias específicas no hay nada. Ni siquiera una referencia vaga al lugar del hecho. Sólo la imagen trémula de la vagoneta volcada y un fondo sonoro con la música de algún thriller cinematográfico.
Indignada, y dejando de lado su rol periodístico para asumir el de espectadora, la colega no llama a la Policía, sino al jefe de prensa del canal en cuestión, un amigo suyo. Le increpa por la falta de profesionalismo al difundir la noticia. Y él sólo atina a explicarle que vieron por conveniente no aportar más detalles del hecho y, en particular, del lugar del siniestro, por temor a que otros medios llegasen ahí y les arruinasen la exclusividad.
No encuentro mejor ejemplo de lo que el estudio del Onadem califica como la “nota semi-informativa”, un subgénero periodístico bastardo parido por la televisión, al que cabe identificar, entre otras señas, por la incoherencia entre el titular y el cuerpo de la noticia publicada, por presentar párrafos con ideas dispersas y no hechos inherentes al asunto principal que es objeto de difusión, y por una ausencia de datos que permitan al lector-radioyente-televidente tener una idea cabal del suceso. Se trata de una suerte de –Onadem dixit- “anti-modelo” periodístico que, lejos de crear certezas en la comunidad, despierta alarma, inseguridad y, en última instancia, desconfianza en la propia fuente generadora de información.
Y cómo crear certezas y generar confianza, si lo nuestro está cada vez más lejos de ser un ejercicio de reconstrucción de la realidad, y se acerca cada vez más al de la adaptación muy libre de la realidad, cuando no al de la invención descarada de ficciones (como la narrada al principio de estas líneas). Mientras los periodistas se extinguen, los “guionistas” se multiplican en el gremio. Parece que ahora importa tanto contar hechos reales como confeccionar historias “basadas en hechos reales” (algunas muy buenas, por cierto). Lo malo es que no es de cine de lo que hablamos. Y no son fines creativos los que dirigen la adaptación de hechos reales en el periodismo, sino afanes más perversos como la competencia mercantil y el combate político.
Ahora bien, sería ingenuo asumir que los periodistas no somos siquiera medianamente conscientes de estas taras. Lo somos. Pero mucho me temo que la actitud que prima no es la autocrítica, indispensable para encarar un proceso de reconducción de la profesión guiado por la búsqueda de mejores estándares de calidad técnica y ética en el registro, procesamiento y difusión de mensajes periodísticos. Al interior del gremio nos seduce la idea de que, en realidad, somos meras víctimas de las circunstancias, es decir, de las precarias condiciones de trabajo en que nos desenvolvemos (cosa cierta y ratificada también el documento del Onadem), de las presiones político-empresariales que ejercen nuestros empleadores y, sobre todo, de la intolerancia de los sectores sociales hacia nuestro trabajo. Y termino con otra historia.
Escena 3: Mañana de cuartel
Tras el amago de Guerra Civil de “enero negro” de 2007 en Cochabamba, un episodio de inflexión para el periodismo local, por los hechos de violencia de los que fueron víctimas los reporteros, la reacción del gremio no sólo se expresó en discusiones, en reclamos airados o en marchas en defensa de la libertad de prensa, sino en un hecho más llamativo: la organización de cursos para corresponsales de guerra en los que participaron el grueso de los reporteros locales.
Mi renuencia principista al cuartel me repelió del curso, al punto que antepuse el trabajo en turno de fin de semana al entrenamiento militar. Pero, a la postre, recalé en el Centro de Instrucción de Tropas Especiales (CITE) en el que se desarrollaba el curso, aunque no para sumarme al entrenamiento, sino para preparar una nota al respecto. Así descubrí entre algunos colegas que, además del compañerismo y la aventura, la razón principal que les llevó a inscribirse al curso fue la preparación ante eventuales coyunturas de violencia callejera, ante eventuales “eneros negros”.
Pero lo que ninguno de ellos se atrevió a reconocer es que la experiencia sufrida en enero reflejó, en buena medida, el deterioro de la imagen del gremio ante sectores importantes de la opinión pública, que ya no parece ver en nosotros personas serias, sensibles y profesionales, sino mercenarios al servicio del escándalo policial y político. Nadie reparó en la cuota de responsabilidad que nos correspondió para que los hechos se hayan dado como se dieron. Ni un atisbo hubo de mea culpa por haber exacerbado el conflicto de enero, apelando a un sinfín de antogonismos (“campesinos versus citadinos”, “Gobierno versus Prefectura”, “Legalidad versus ilegalidad”, etc.), algunos artificiales y mostrados a veces como irreconciliables, en una operación que –según las investigaciones del Onadem- busca “prolongar el enfrentamiento y se alienta en los espacios destinados al periodismo”.
Entonces, me pregunté como me pregunto ahora: ¿No convendría acaso valorar nuestra conducta cotidiana en la cobertura y difusión de la noticia y nuestro papel en el desarrollo de los conflictos? ¿Hasta dónde es aceptable nuestra inevitable propensión al conflicto como materia prima noticiosa? ¿No estaremos convirtiéndonos en meros agentes de conflicto, despojados de la capacidad para distinguir cuándo el conflicto es una consecuencia natural de los hechos y cuándo un procedimiento planificado y digitado por los medios (las empresas), motivado por intereses que van más allá de lo periodístico y precipitado por nuestras desmedidas acciones? ¿Cuán profesional, creíble, confiable, imparcial y honesto será nuestro trabajo para la sociedad? ¿Continúa guiándonos la vocación por crear certezas en la población o nos interesa más ahogarla en un mar de incertidumbres? ¿Vale la pena rifar la calidad periodística a favor de la dictadura mercantil y política de las empresas mediáticas? ¿Hasta dónde podremos inventar o adaptar impunemente la realidad en función a intereses perversos? ¿O es que queremos nuevos “eneros negros” para seguir despotricando contra todos -menos contra nosotros mismos- , pero sin resolver nada? ¿No sería prudente, además de “armarnos para la guerra” en cursos de corresponsales, conocer cuál es la imagen que tiene la población en torno a nuestro trabajo y, en función a ello, reconducir nuestro comportamiento laboral? …
Creo que recién ahora, con este documento en las manos, he encontrado algunas respuestas. Ojalá que el gremio en su conjunto procure también encontrarlas. Y ojalá que los colegas que las busquen pasen de las páginas del libro que dan cuenta de las agresiones a periodistas y medios, e indaguen en el porqué de estas condenables conductas.
** Periodista, docente universitario. Responsable de la Iniciativa de Comunicación e Investigación de la Fundación UNIR en Cochabmba.
Escena 1: Noche de turno en el periódico
Una llamada de último momento a la periodista del área policial alerta de un probable linchamiento en el poblado de Vacas, próximo a la región del Valle Alto cochabambino. Las víctimas serían dos policías delegados a la localidad. Con el recuerdo aún fresco de los tres policías ajusticiados en Epizana, en la redacción se desata una paranoia colectiva. Algunos compañeros sugieren a los que estamos de turno nocturno que nos embarquemos de una vez hacia Vacas; otros creen que es mejor confirmar más datos antes de lanzarnos a la aventura. Al final, le hago caso a los segundos y opto por permanecer un rato más en el diario a fin de buscar con insistencia –vía teléfono- a las fuentes policiales hasta desvirtuar o confirmar el hecho. El discado compulsivo de los móviles policiales se extiende hasta primeras horas del día siguiente, cuando me confirman que todo fue una falsa alarma. Así que todos de vuelta a casa, con anécdotas que contar, pero sin noticias sangrientas que publicar. No, todos no.
A la mañana siguiente, un diario sale a las calles denunciando, en su titular de tapa, el supuesto linchamiento de dos policías en Vacas… y con una foto (apócrifa, claro) del violento hecho cubriendo toda la portada. Al parecer, no todos los periodistas convocados por el rumor de la noche pasada se fueron hasta Vacas o insistieron hasta confirmar o desvirtuar con la Policía el suceso. Como fuere, lo cierto es que el diario en cuestión se mandó tamaña mentira como noticia, haciendo pasar por linchadores a todos los pobladores de una comunidad inocente que, aun a pesar de haber reclamado una sanción legal para los responsables de tal “negligencia”, ni siquiera habría merecido una nota rectificatoria.
Como reportero no son pocas las “metidas de pata” que comete uno en el desempeño de sus labores, pero, en todo caso, resultan ínfimas ante el número de ocasiones en que se sucumbe a la vergüenza ajena. En mi paso por esta profesión no recuerdo un episodio tan bochornoso como el relatado, el cual, por cierto, bien puede ilustrar varias de las taras/deficiencias identificadas por el Observatorio Nacional de Medios (Onadem) en el periodismo boliviano de los últimos años, sistematizadas y consignadas en la publicación que se presenta con el título Medios a la vista. Informe sobre el periodismo en Bolivia 2005-2008.
Al recordar este hecho, que no creo aislado sino sintomático, entiendo a cabalidad esa “baja de confianza ciudadana, el repunte de la improvisación profesional y el recurso frecuente del sensacionalismo” de las que habla este estudio al referirse a la crisis que atraviesa el periodismo boliviano de los últimos años. Bochornos como éste explican que representantes de las instituciones y organizaciones de la sociedad civil de las principales urbes del país crean, en un 49 por ciento, que hace cinco años los periodistas tenían más credibilidad que ahora, tal como lo demuestra una de las investigaciones compiladas en esta publicación. O que -circunscribiéndonos a nuestro entorno más cercano- un 67 por ciento de la ciudadanía cochabambina se manifieste insatisfecho con la imparcialidad de los medios, que un 64 por ciento tenga la misma sensación sobre su honestidad, que un 58 por ciento opine lo propio sobre su credibilidad y que un 54 por ciento desconfíe de su manejo de la verdad, por citar sólo algunos números de este estudio que hablan, con contundencia, de la maltrecha imagen que los medios y sus periodistas proyectan hacia la sociedad.
¿Que a nadie le importa la correspondencia de los hechos difundidos con la realidad capturada? ¿En qué queda la sujeción a criterios técnicos y éticos que garanticen la fiabilidad del mensaje publicado? Eso es lo de menos para muchas de las empresas mediáticas, en especial para las cadenas televisivas, que suelen operar atendiendo a la dictadura de la competencia mercantil y al impulso de soterrados intereses político-económicos. Voy a tratar de ilustrar nuevamente el asunto.
Escena 2: Tarde de monitoreo informativo
La red madre del sensacionalismo en Bolivia lanza la noticia de un accidente de tránsito reciente en la ciudad, apoyada de imágenes “en vivo” del automóvil que se volcó. Los datos principales -el “qué” y el “quién” de la noticia- , aunque precariamente, ya están señalados, por lo que sólo esperamos los complementarios que contextualicen el evento: el “cuándo”, el “dónde”, el “cómo” y el “por qué”. Pero éstos no llegan nunca. A lo sumo, se sobreentiende que el accidente se registró hace algunos instantes, pero de las circunstancias específicas no hay nada. Ni siquiera una referencia vaga al lugar del hecho. Sólo la imagen trémula de la vagoneta volcada y un fondo sonoro con la música de algún thriller cinematográfico.
Indignada, y dejando de lado su rol periodístico para asumir el de espectadora, la colega no llama a la Policía, sino al jefe de prensa del canal en cuestión, un amigo suyo. Le increpa por la falta de profesionalismo al difundir la noticia. Y él sólo atina a explicarle que vieron por conveniente no aportar más detalles del hecho y, en particular, del lugar del siniestro, por temor a que otros medios llegasen ahí y les arruinasen la exclusividad.
No encuentro mejor ejemplo de lo que el estudio del Onadem califica como la “nota semi-informativa”, un subgénero periodístico bastardo parido por la televisión, al que cabe identificar, entre otras señas, por la incoherencia entre el titular y el cuerpo de la noticia publicada, por presentar párrafos con ideas dispersas y no hechos inherentes al asunto principal que es objeto de difusión, y por una ausencia de datos que permitan al lector-radioyente-televidente tener una idea cabal del suceso. Se trata de una suerte de –Onadem dixit- “anti-modelo” periodístico que, lejos de crear certezas en la comunidad, despierta alarma, inseguridad y, en última instancia, desconfianza en la propia fuente generadora de información.
Y cómo crear certezas y generar confianza, si lo nuestro está cada vez más lejos de ser un ejercicio de reconstrucción de la realidad, y se acerca cada vez más al de la adaptación muy libre de la realidad, cuando no al de la invención descarada de ficciones (como la narrada al principio de estas líneas). Mientras los periodistas se extinguen, los “guionistas” se multiplican en el gremio. Parece que ahora importa tanto contar hechos reales como confeccionar historias “basadas en hechos reales” (algunas muy buenas, por cierto). Lo malo es que no es de cine de lo que hablamos. Y no son fines creativos los que dirigen la adaptación de hechos reales en el periodismo, sino afanes más perversos como la competencia mercantil y el combate político.
Ahora bien, sería ingenuo asumir que los periodistas no somos siquiera medianamente conscientes de estas taras. Lo somos. Pero mucho me temo que la actitud que prima no es la autocrítica, indispensable para encarar un proceso de reconducción de la profesión guiado por la búsqueda de mejores estándares de calidad técnica y ética en el registro, procesamiento y difusión de mensajes periodísticos. Al interior del gremio nos seduce la idea de que, en realidad, somos meras víctimas de las circunstancias, es decir, de las precarias condiciones de trabajo en que nos desenvolvemos (cosa cierta y ratificada también el documento del Onadem), de las presiones político-empresariales que ejercen nuestros empleadores y, sobre todo, de la intolerancia de los sectores sociales hacia nuestro trabajo. Y termino con otra historia.
Escena 3: Mañana de cuartel
Tras el amago de Guerra Civil de “enero negro” de 2007 en Cochabamba, un episodio de inflexión para el periodismo local, por los hechos de violencia de los que fueron víctimas los reporteros, la reacción del gremio no sólo se expresó en discusiones, en reclamos airados o en marchas en defensa de la libertad de prensa, sino en un hecho más llamativo: la organización de cursos para corresponsales de guerra en los que participaron el grueso de los reporteros locales.
Mi renuencia principista al cuartel me repelió del curso, al punto que antepuse el trabajo en turno de fin de semana al entrenamiento militar. Pero, a la postre, recalé en el Centro de Instrucción de Tropas Especiales (CITE) en el que se desarrollaba el curso, aunque no para sumarme al entrenamiento, sino para preparar una nota al respecto. Así descubrí entre algunos colegas que, además del compañerismo y la aventura, la razón principal que les llevó a inscribirse al curso fue la preparación ante eventuales coyunturas de violencia callejera, ante eventuales “eneros negros”.
Pero lo que ninguno de ellos se atrevió a reconocer es que la experiencia sufrida en enero reflejó, en buena medida, el deterioro de la imagen del gremio ante sectores importantes de la opinión pública, que ya no parece ver en nosotros personas serias, sensibles y profesionales, sino mercenarios al servicio del escándalo policial y político. Nadie reparó en la cuota de responsabilidad que nos correspondió para que los hechos se hayan dado como se dieron. Ni un atisbo hubo de mea culpa por haber exacerbado el conflicto de enero, apelando a un sinfín de antogonismos (“campesinos versus citadinos”, “Gobierno versus Prefectura”, “Legalidad versus ilegalidad”, etc.), algunos artificiales y mostrados a veces como irreconciliables, en una operación que –según las investigaciones del Onadem- busca “prolongar el enfrentamiento y se alienta en los espacios destinados al periodismo”.
Entonces, me pregunté como me pregunto ahora: ¿No convendría acaso valorar nuestra conducta cotidiana en la cobertura y difusión de la noticia y nuestro papel en el desarrollo de los conflictos? ¿Hasta dónde es aceptable nuestra inevitable propensión al conflicto como materia prima noticiosa? ¿No estaremos convirtiéndonos en meros agentes de conflicto, despojados de la capacidad para distinguir cuándo el conflicto es una consecuencia natural de los hechos y cuándo un procedimiento planificado y digitado por los medios (las empresas), motivado por intereses que van más allá de lo periodístico y precipitado por nuestras desmedidas acciones? ¿Cuán profesional, creíble, confiable, imparcial y honesto será nuestro trabajo para la sociedad? ¿Continúa guiándonos la vocación por crear certezas en la población o nos interesa más ahogarla en un mar de incertidumbres? ¿Vale la pena rifar la calidad periodística a favor de la dictadura mercantil y política de las empresas mediáticas? ¿Hasta dónde podremos inventar o adaptar impunemente la realidad en función a intereses perversos? ¿O es que queremos nuevos “eneros negros” para seguir despotricando contra todos -menos contra nosotros mismos- , pero sin resolver nada? ¿No sería prudente, además de “armarnos para la guerra” en cursos de corresponsales, conocer cuál es la imagen que tiene la población en torno a nuestro trabajo y, en función a ello, reconducir nuestro comportamiento laboral? …
Creo que recién ahora, con este documento en las manos, he encontrado algunas respuestas. Ojalá que el gremio en su conjunto procure también encontrarlas. Y ojalá que los colegas que las busquen pasen de las páginas del libro que dan cuenta de las agresiones a periodistas y medios, e indaguen en el porqué de estas condenables conductas.
** Periodista, docente universitario. Responsable de la Iniciativa de Comunicación e Investigación de la Fundación UNIR en Cochabmba.
10 de noviembre de 2009
La cobertura informativa de los procesos electorales
Vania Sandoval Arenas
La democracia implica “poder en público”. Esto significa que no sólo representa una forma de organización del poder político que permite la elección mediante el voto ciudadano de autoridades y programas de gobierno, sino también representa la expresión pública del ejercicio del poder.
Esto quiere decir que el gobierno tiene que actuar transparentemente y que los ciudadanos tienen que tener participación que vaya más allá del ejercicio del voto. Y la forma que tienen los ciudadanos para participar en el espacio público, primero, y también incidir en la configuración de políticas públicas, está estrechamente ligada a los medios de comunicación, que son escenario y actores de lo político (actores por que inciden en el campo político, en la pugna de ideas que movilizan a la sociedad). La información, entendida como bien público perteneciente a toda la colectividad, es un insumo fundamental para la participación democrática, para que se puedan ejercer los derechos ciudadanos.
Al ser la democracia una forma de gobierno que requiere presencia y participación de mayorías y minorías, y ser idealmente un sistema que permite el debate público y la transparencia de la deliberación de los temas de interés colectivo, requiere unos medios de comunicación plurales, que reflejen las diferentes ideas y propuestas políticas, económicas y sociales, que pugnan por recibir el mayor consenso posible para efectivizarse como políticas públicas.
Es necesario entonces, ligados como están los medios con la democracia, que existan mecanismos para que los diferentes grupos sociales estén presentes en el debate público de manera plural, asegurando el respeto a las minorías y abriendo lo más posible los mecanismos de participación ciudadana, tanto en los medios como en los mecanismos de poder público. Es necesario abrir los espacios para la deliberación social de los temas de interés colectivo, visibilizando los temas y todas sus posibles interpretaciones. Eso significa trabajar por un Periodismo para la Democracia., centrado en la información periodística como bien público, común y estructurante de la democracia. En procesos electorales, se visibiliza especialmente la necesidad de ejercer un periodismo comprometido con el derecho ciudadano a la información.
El Observatorio Nacional de Medios (ONADEM), realizó estudios de análisis cuantitativo y cualitativo respecto a la cobertura informativa de los procesos electorales desde las elecciones nacionales de diciembre 2005.
En términos generales, las coberturas electorales se caracterizaron por:
- Otorgar cobertura a un número reducido de fuentes. Por ejemplo, en las elecciones nacionales de 2005 se dio cobertura a tres candidatos (Evo Morales, Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina). El resto quedó invisibilizado.
- Dar escasa presencia a los programas y propuestas sociales, económicas y políticas, y centrarse en las confrontaciones derivadas de las campañas electorales. Reducir las propuestas a slogans, sin contexto ni profundización.
- Centrarse en la línea de discursos polarizados del gobierno vs oposición, dando un lugar secundario a los temas centrales que eran objeto de la elección. Es decir, proyecto de nueva CPE, Referéndo Pro Estatutos Autonómicos, Propuestas programáticas relativa a las elecciones para la Prefectura de Chuquisaca.
- No separar la información de la opinión. En escenarios conflictivos, hubo medios y periodistas que se alinearon explícitamente con uno de los discursos polarizados y emitieron opiniones al mismo tiempo que daban información. Por ejemplo, en la cobertura informativa de los referéndos por estatutos autonómicos, y también en las elecciones por la prefectura de Chuquisaca, periodistas de radio y TV expresaron el mismo discurso que los actores políticos, en un espacio noticioso y no editorial.
- Trabajar centralmente con la agenda temática determinada por los estrategas de campaña de los políticos en competencia, sin indagar respecto a la agenda ciudadana, es decir, las preguntas y las preocupaciones de los votantes. Los temas cubiertos coincidían con los temas de los discursos de los actores políticos más visibilizados.
Es necesario destacar que existieron medios y periodistas que sí dieron cobertura a más actores, y abrieron espacios de debate. Con fines ilustrativos, citamos solamente las tendencias generales, y no las excepciones. Mayores datos sobre la cobertura informativa de las elecciones 2005, proceso constituyente, referendos por estatutos autonómicos, y otros procesos electorales, pueden encontrarse en “Medios a la Vista, informe sobre el periodismo en Bolivia” (publicado también en versión pdf en: www.unirbolivia.org).
El ONADEM está trabajando actualmente en el análisis de la cobertura informativa del proceso electoral 2009, y presentará próximamente los avances de un trabajo titulado “Propuestas Vs. Campañas”.
La democracia implica “poder en público”. Esto significa que no sólo representa una forma de organización del poder político que permite la elección mediante el voto ciudadano de autoridades y programas de gobierno, sino también representa la expresión pública del ejercicio del poder.
Esto quiere decir que el gobierno tiene que actuar transparentemente y que los ciudadanos tienen que tener participación que vaya más allá del ejercicio del voto. Y la forma que tienen los ciudadanos para participar en el espacio público, primero, y también incidir en la configuración de políticas públicas, está estrechamente ligada a los medios de comunicación, que son escenario y actores de lo político (actores por que inciden en el campo político, en la pugna de ideas que movilizan a la sociedad). La información, entendida como bien público perteneciente a toda la colectividad, es un insumo fundamental para la participación democrática, para que se puedan ejercer los derechos ciudadanos.
Al ser la democracia una forma de gobierno que requiere presencia y participación de mayorías y minorías, y ser idealmente un sistema que permite el debate público y la transparencia de la deliberación de los temas de interés colectivo, requiere unos medios de comunicación plurales, que reflejen las diferentes ideas y propuestas políticas, económicas y sociales, que pugnan por recibir el mayor consenso posible para efectivizarse como políticas públicas.
Es necesario entonces, ligados como están los medios con la democracia, que existan mecanismos para que los diferentes grupos sociales estén presentes en el debate público de manera plural, asegurando el respeto a las minorías y abriendo lo más posible los mecanismos de participación ciudadana, tanto en los medios como en los mecanismos de poder público. Es necesario abrir los espacios para la deliberación social de los temas de interés colectivo, visibilizando los temas y todas sus posibles interpretaciones. Eso significa trabajar por un Periodismo para la Democracia., centrado en la información periodística como bien público, común y estructurante de la democracia. En procesos electorales, se visibiliza especialmente la necesidad de ejercer un periodismo comprometido con el derecho ciudadano a la información.
El Observatorio Nacional de Medios (ONADEM), realizó estudios de análisis cuantitativo y cualitativo respecto a la cobertura informativa de los procesos electorales desde las elecciones nacionales de diciembre 2005.
En términos generales, las coberturas electorales se caracterizaron por:
- Otorgar cobertura a un número reducido de fuentes. Por ejemplo, en las elecciones nacionales de 2005 se dio cobertura a tres candidatos (Evo Morales, Manfred Reyes Villa, Samuel Doria Medina). El resto quedó invisibilizado.
- Dar escasa presencia a los programas y propuestas sociales, económicas y políticas, y centrarse en las confrontaciones derivadas de las campañas electorales. Reducir las propuestas a slogans, sin contexto ni profundización.
- Centrarse en la línea de discursos polarizados del gobierno vs oposición, dando un lugar secundario a los temas centrales que eran objeto de la elección. Es decir, proyecto de nueva CPE, Referéndo Pro Estatutos Autonómicos, Propuestas programáticas relativa a las elecciones para la Prefectura de Chuquisaca.
- No separar la información de la opinión. En escenarios conflictivos, hubo medios y periodistas que se alinearon explícitamente con uno de los discursos polarizados y emitieron opiniones al mismo tiempo que daban información. Por ejemplo, en la cobertura informativa de los referéndos por estatutos autonómicos, y también en las elecciones por la prefectura de Chuquisaca, periodistas de radio y TV expresaron el mismo discurso que los actores políticos, en un espacio noticioso y no editorial.
- Trabajar centralmente con la agenda temática determinada por los estrategas de campaña de los políticos en competencia, sin indagar respecto a la agenda ciudadana, es decir, las preguntas y las preocupaciones de los votantes. Los temas cubiertos coincidían con los temas de los discursos de los actores políticos más visibilizados.
Es necesario destacar que existieron medios y periodistas que sí dieron cobertura a más actores, y abrieron espacios de debate. Con fines ilustrativos, citamos solamente las tendencias generales, y no las excepciones. Mayores datos sobre la cobertura informativa de las elecciones 2005, proceso constituyente, referendos por estatutos autonómicos, y otros procesos electorales, pueden encontrarse en “Medios a la Vista, informe sobre el periodismo en Bolivia” (publicado también en versión pdf en: www.unirbolivia.org).
El ONADEM está trabajando actualmente en el análisis de la cobertura informativa del proceso electoral 2009, y presentará próximamente los avances de un trabajo titulado “Propuestas Vs. Campañas”.
28 de octubre de 2009
El empleo y sus problemas no son prioridad noticiosa
Vania Sandoval Arenas- ONADEM

¿La relevancia social de la problemática laboral está expresada en lo que publican los diarios bolivianos sobre este tema? Para responder esta pregunta, el Observatorio Nacional de Medios ONADEM realizó un monitoreo durante ocho meses (noviembre 2008 a junio 2009) sobre la cobertura informativa a la temática laboral en cinco diarios.
La información sobre el tema laboral publicada en los diarios La Razón, El Deber, La Prensa, El Diario y Los Tiempos en la mayoría de los casos se presenta como noticia simple. Existen pocas notas ampliadas que incluyen un mayor espacio e incorporan entrevistas y otros géneros periodísticos (7%).
Al hablar de la problemática laboral, se habla de demandas laborales en un 27% de casos ( incremento salarial y reconocimiento de beneficios sociales), desempleo (13%) y despidos (10%). Generalmente las notas informativas que abordan temas laborales hablan de conflictos que han generado medidas de presión o amenazas, o difunden nuevos datos generados por instituciones oficiales o privadas sobre empleo o desempleo. Los derechos laborales, horas de trabajo, trabajo de las mujeres, trabajo infantil, no son temas destacados en la cobertura informativa.
Entre los cinco diarios tomados como muestra, El Deber de Santa Cruz dedicó el mayor número de notas publicadas sobre la problemática laboral (27%), seguido muy de cerca por La Prensa de La Paz (26%). Los Tiempos de Cochabamba y El Diario de La Paz publicaron el 17% cada uno, y La Razón de La Paz el 13%.
La relevancia asignada por los diarios a las notas informativas fue medida mediante la clasificación de las mismas en nota principal y nota secundaria. Se publicaron más notas secundarias con 56% y un 44% de notas principales.
Desglosando las 661 notas informativas publicadas en los cinco diarios estudiados en ocho meses, existen en promedio 2,75 notas por día en los cinco periódicos, y 0,5 notas por edición diaria. Eso significa que los diarios analizados no otorgan un un espacio destacado a la problemática laboral. Los temas del empleo, sub empleo y desempleo no son prioridad en la oferta noticiosa, según los datos encontrados.
¿Quiere la gente leer más noticias sobre el tema en cuestión? Al ser el empleo una preocupación central de la sociedad boliviana, los líderes sociales entrevistados por el ONADEM el año 2006 consideraron que los medios deberían reforzar su rol educativo en la sociedad boliviana y presentar más información relativa a las condiciones de trabajo individual y colectivo.
Los representantes de instituciones y organizaciones de la sociedad civil de 10 ciudades bolivianas señalaron que habría que incrementar la cobertura de temas que hacen a la vida cotidiana de la población. El 25% de los entrevistados —dirigentes de organizaciones e instituciones sociales— demandó mayor información sobre condiciones laborales y problemática del empleo en Bolivia.
Pese a la reducida presencia cuantitativa de la temática laboral en la prensa, destaca la importancia cualitativa de notas informativas en torno al empleo. Como ejemplo de las noticias y reportajes sobre el tema que dejaron huella, basta recordar el famoso reportaje de Roberto Navia Gabriel “Esclavos made in Bolivia”, publicado a mediados del 2006 http://www.eldeber.com.bo/esclavos/index.html , que ganó el premio de periodismo Ortega y Gasset. La problemática laboral, en el segundo país más pobre de América Latina, es un tema central en la agenda ciudadana.

¿La relevancia social de la problemática laboral está expresada en lo que publican los diarios bolivianos sobre este tema? Para responder esta pregunta, el Observatorio Nacional de Medios ONADEM realizó un monitoreo durante ocho meses (noviembre 2008 a junio 2009) sobre la cobertura informativa a la temática laboral en cinco diarios.
La información sobre el tema laboral publicada en los diarios La Razón, El Deber, La Prensa, El Diario y Los Tiempos en la mayoría de los casos se presenta como noticia simple. Existen pocas notas ampliadas que incluyen un mayor espacio e incorporan entrevistas y otros géneros periodísticos (7%).
Al hablar de la problemática laboral, se habla de demandas laborales en un 27% de casos ( incremento salarial y reconocimiento de beneficios sociales), desempleo (13%) y despidos (10%). Generalmente las notas informativas que abordan temas laborales hablan de conflictos que han generado medidas de presión o amenazas, o difunden nuevos datos generados por instituciones oficiales o privadas sobre empleo o desempleo. Los derechos laborales, horas de trabajo, trabajo de las mujeres, trabajo infantil, no son temas destacados en la cobertura informativa.
Entre los cinco diarios tomados como muestra, El Deber de Santa Cruz dedicó el mayor número de notas publicadas sobre la problemática laboral (27%), seguido muy de cerca por La Prensa de La Paz (26%). Los Tiempos de Cochabamba y El Diario de La Paz publicaron el 17% cada uno, y La Razón de La Paz el 13%.
La relevancia asignada por los diarios a las notas informativas fue medida mediante la clasificación de las mismas en nota principal y nota secundaria. Se publicaron más notas secundarias con 56% y un 44% de notas principales.
Desglosando las 661 notas informativas publicadas en los cinco diarios estudiados en ocho meses, existen en promedio 2,75 notas por día en los cinco periódicos, y 0,5 notas por edición diaria. Eso significa que los diarios analizados no otorgan un un espacio destacado a la problemática laboral. Los temas del empleo, sub empleo y desempleo no son prioridad en la oferta noticiosa, según los datos encontrados.
¿Quiere la gente leer más noticias sobre el tema en cuestión? Al ser el empleo una preocupación central de la sociedad boliviana, los líderes sociales entrevistados por el ONADEM el año 2006 consideraron que los medios deberían reforzar su rol educativo en la sociedad boliviana y presentar más información relativa a las condiciones de trabajo individual y colectivo.
Los representantes de instituciones y organizaciones de la sociedad civil de 10 ciudades bolivianas señalaron que habría que incrementar la cobertura de temas que hacen a la vida cotidiana de la población. El 25% de los entrevistados —dirigentes de organizaciones e instituciones sociales— demandó mayor información sobre condiciones laborales y problemática del empleo en Bolivia.
Pese a la reducida presencia cuantitativa de la temática laboral en la prensa, destaca la importancia cualitativa de notas informativas en torno al empleo. Como ejemplo de las noticias y reportajes sobre el tema que dejaron huella, basta recordar el famoso reportaje de Roberto Navia Gabriel “Esclavos made in Bolivia”, publicado a mediados del 2006 http://www.eldeber.com.bo/esclavos/index.html , que ganó el premio de periodismo Ortega y Gasset. La problemática laboral, en el segundo país más pobre de América Latina, es un tema central en la agenda ciudadana.
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