23 de julio de 2008

Periodistas contra la pirámide

Erick R. Torrico Villanueva

Un elemento fundamental de la desfiguración del periodismo proviene de la “guerra” declarada por algunos informadores contra la estructura profesionalmente aceptada para organizar y comunicar una noticia: la pirámide invertida. Ésta consiste en que al inicio del relato se aporte los datos mínimos suficientes como para que el receptor sepa qué pasó o fue dicho, dónde, cuándo y quién proporcionó el informe o efectuó la declaración.

Es claro que si un mensaje no sigue esas pautas no llegará jamás a ser informativo. Así, si sólo se dijera “Renunció el ministro”, nadie sabría qué ministro ni comprendería cuándo, dónde o en razón de qué sucedió el hecho, aparte de que no entendería a qué renunció el personaje de referencia.

La técnica periodística recomienda, por eso, que se dé la información necesaria al comenzar —en lo que se llama la entrada o el lid de la noticia, y esto vale para prensa, radio, TV o Internet— y que luego se presente otros detalles: cómo ocurrió o fue dicho, por qué ocurrió o fue dicho, qué dijo la contraparte implicada y qué consecuencias supone el hecho o la declaración, aunque para esto hará falta acudir a fuentes precisas que evalúen y contextualicen la nota.

Pese a que todo lo anterior tiene una lógica poco discutible por su utilidad, algunos periodistas y profesores de periodismo decidieron convertirse en “renovadores” de los relatos noticiosos hasta el punto de casi hacerlos desaparecer. Están los que dicen que la “pirámide invertida está en desuso”, pasando por los que la desconocen, y están asimismo los que indican que la noticia no tiene que responder a seis preguntas básicas (qué, quién, cómo, dónde, cuándo y por qué) sino a siete o más.

Uno de los mentores —probablemente involuntario— de esa deformación de la estructura noticiosa es el español Álex Grijelmo, cuyo manual de periodismo (1997) dice que “la teoría de la pirámide invertida ha quedado anticuada” gracias (¡increíble razón!) a que con la computadora se puede cortar, mover o reescribir el texto de una noticia para acomodarlo al espacio o tiempo disponibles en el medio, lo que según él no se podía hacer en otros tiempos. Su segunda idea “original” es que las preguntas básicas deben ser nueve: a las conocidas agrega “según quién”, “para qué” y “cuánto”.

Olvidan algunos que el “para qué” fue sugerido 25 años antes por otro español, Gonzalo Martín Vivaldi, con el recaudo de que se use en textos analíticos y no apenas informativos, y no asumen que “según quién” redunda en el quién ya existente o que “cuánto” sólo sirve cuando se hable de la magnitud de las consecuencias de algo, esto es, otra vez en notas de análisis que difieren de la noticia. De igual modo, miran como “innovación” el hecho de que las respuestas “pueden ir desgranadas a lo largo de la información”, siendo que por ejemplo el boliviano Raúl Rivadeneira explicó ya en 19g77 la estructura escalonada que posee esas características sin prescindir de la entrada.

La cuestión no es quién es más creativo, sino simplemente que la noticia informe en consideración del tiempo y la atención de los receptores, con sencillez y precisión.

Habrá que decir “no hay nada nuevo bajo el sol” a la vez que pedir a muchos informadores que vuelvan a elaborar las noticias como se debe, ante todo en la TV y la radio. Aún se está a tiempo de evitar que con aires de “nuevo estilo” predomine una “pirámide pervertida” sobre la invertida.

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