18 de febrero de 2008

La ética de la comunicación: aspectos para evitar su trasgresión

Por Ramón Fernández Reyes*

La trasgresión a la ética de la comunicación, específicamente por intermedio del periodismo sensacionalista, requiere una serie de instancias que puedan llevar a una mejora actual, del periodismo y, por ende, de la sociedad en general.


Inicialmente es necesario manifestar que se requiere del soporte de la legislación (entendida ésta como la aplicación de las leyes sobre los tópicos vinculados al área mencionada). Sin embargo, es preciso aclarar lo siguiente con referencia al fuero legislativo y su relación con la ética:

"... toda legislación sobre las actividades que corresponden a los diversos ámbitos de la información y la comunicación social es relativa, porque supone y exige la búsqueda constante de una coherencia con la dignidad de las personas y con el desarrollo integral del ser humano".
[1]

El elemento jurídico precisa del repaso ético y moral del tema revisado, antes que nada, para poder establecer elementos de juicio que le permitan legislar el ámbito de la información y el de la comunicación, pues la base de ambos es el hombre, que debe ser estudiado e interpretado desde su dignidad y factores de índole moral.

Las transformaciones paulatinas de los valores se verán determinadas por la influencia, entre otros, de los mensajes del periodismo, que muchas veces hace énfasis en aquello que no es noticiable, es decir, lo irrelevante, inclusive, deja de lado la protección de los individuos y sus derechos humanos, ya sea por intereses políticos y económicos o simplemente porque los periodistas no se rigen bajo códigos deontológicos capaces de someter el poder de los medios de información a un equilibrio entre el periodista y los sujetos del hecho informativo.

A partir de esto, resulta necesario plantear que la base para un adecuado acto informativo, además de lo mencionado antes, es la autoevaluación moral del periodista con relación al respeto y protección de los individuos y sus derechos humanos.

La situación de los códigos deontológicos impulsa una revisión estricta de éstos para que se controle de alguna forma el accionar de los periodistas con relación a las situaciones en las que pueden atentar contra el respeto a los sujetos de los hechos informativos, además del respeto a los receptores de mensajes. De acuerdo a la afirmación de Jacques Leaute, con relación a la importancia de la moral individual de cada periodista, comparada con los códigos deontológicos, se expresa lo siguiente:


"…la ética y más aún, las leyes sobre la prensa, no son sino elementos secundarios,frente a la moral individual. No se podría decir que las leyes, ni los códigos de honor son esenciales para la buena conducta de los hombres de alta calidad moral. Estas leyes y estos códigos son únicamente un inventario global de la conducta a seguir, comparados con los códigos personales que los hombres de calidad se forjan a sí mismos, poniéndose ellos mismos los límites de lo que está permitido y lo que no lo está. Un periodista de calidad, pues, no tiene necesidad de otras reglas fuera de lo que su propia conciencia le dicta, particularmente en los casos difíciles, que le obligarán a arriesgar su comodidad, su libertad, y a veces, su vida. Se trata, pues, de forjar esta conciencia individual. La única reserva que se puede observar frente a este movimiento contemporáneo en pro del desarrollo de la deontología profesional es que no se acentúa suficientemente el hecho de que la clave de todas las soluciones es la conciencia individual. Esta especie de "tabla de ley", para los creyentes está ligada a su religión, y es por lo tanto fácilmente de determinar...". [2]

Leaute plantea con solidez que los códigos deontológicos periodísticos están en una situación secundaria con respecto a la moral individual del periodista, pues, son planteamientos generales del debe-ser de la profesión, que no se comparan en nada a los códigos personales que los periodistas de calidad aplican a su accionar fundamentados en su propia conciencia, durante el desarrollo de su trabajo. El recurso fundamental para crear una deontología correctamente planteada, parte de forjar una conciencia individual en los periodistas, sustentada en sus principios personales de vida y que puede estar basada, con fortaleza, en su creencia religiosa, la educación y formación adquirida en el hogar, la escuela, la sociedad. La pregunta es: ¿los periodistas cuestionados en este artículo están capacitados para autoevaluarse, siendo ésta una opción subjetiva?

Al respecto del comportamiento ético-moral, los valores y su peligro de transformación, será menester suscribirse a los siguientes aspectos para vivir en sociedad:

1) “La crítica, como instrumento de análisis de la realidad que nos rodea y para cambiar todo lo que sea injusto.
2) La alteridad, que nos permite salir de nosotros mismos para establecer unas relaciones óptimas con los demás.
3) Conocer los derechos humanos y respetarlos.
4) Implicación y compromiso. Es la parte activa, evita que los otros criterios queden reducidos a una simple declaración de buenas intenciones".
[3]

Además se requiere la intervención de los tribunales de honor cuando exista una trasgresión a la ética. Vivanco Martínez plantea finalmente: "El evitar el sensacionalismo en los medios, el que sólo conduce a la utilización de la información para aprovecharse del público en vez de para cumplir el deber informativo con él, tiene que ser afrontado desde diversos ángulos. Uno de gran importancia es el control ético de los medios, ya sea de parte de colegios profesionales o de otros organismos,...". [4] Y deberían ser los colegios de comunicadores los que intervengan a favor de lo “correcto” y con la finalidad de cambiar la actitud sensacionalista.

Con relación a los valores y el problema de la transformación de éstos a partir de los mensajes periodísticos, cabe preguntarse: ¿Cuál es el ideal en la categorización de valores? La respuesta será: siempre el principio del bien común desde el planteamiento de que el hombre vive una vida buena en constante relación con otros, en otras palabras: con estar (estar con), con saber (saber con), que es igual a la comunicación en su amplia expresión, garantizando la convivencia del ser humano y la difusión de informaciones verdaderamente relevantes. Esto no es otra cosa que la intersubjetividad. [5]

* Director de la Carrera Ciencias de la Comunicación, Universidad Autónoma Gabriel René Moreno, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia

[1] JAIME PÉREZ, Gabriel. "Comunicación: Misión y Desafío. Manual de Pastoral de Comunicación Social". Departamento de Comunicación Social - DECOS. CONSEJO EPISCOPAL LATINOAMERICANO (CELAM). Impreso en Perú. 1996. 1996. Pág. 198.
[2] LEAUTE, Jacques. "Etica y responsabilidad del periodista". Ediciones CIESPAL. Quito. 1992. Pág. 68–69.
[3] CARRERAS, Llorenc y otros. "Cómo educar en valores". NARCEA S.A. de Ediciones. Madrid. 1996. Pág. 23.
[4] Ídem. Pág. 154.
[5] Op. Cit. JAIME PÉREZ, Gabriel.

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