7 de octubre de 2010

ABRIR EL DEBATE

Por Erick R. Torrico V.



A diferencia de lo acontecido con las ya varias leyes que en los últimos meses aprobó la Asamblea Legislativa Plurinacional sin dar mucho margen a la participación ciudadana, el proyecto de la ley anti-discriminaciones conocido hace poco más de dos semanas tras su consideración por la cámara de diputados sí ha generado un importante e interesante debate público extra-legislativo.



Quizá ello se deba a que los medios de difusión asumieron la defensa explícita de las libertades de expresión, opinión e información —mismas que podrían ser menoscabadas por siquiera tres de las disposiciones contenidas en esa norma— que, hay que reiterarlo, forman parte del Derecho a la Información y la Comunicación establecido por la Constitución Política del Estado como prerrogativa de todas las personas.



En realidad, aunque el presidente Evo Morales calificó de “racistas confesos” a quienes formularon algunas observaciones sobre el mencionado proyecto, no hubo quien se opusiera a los propósitos y al fondo de esa ley puesto que la discriminación por diferentes causas, entre ellas las originadas por mentalidades racistas, es un dato de la cotidianidad boliviana que debe ser erradicado. Las preocupaciones más bien tienen que ver con la necesidad de que se haga algunas precisiones que mejoren el texto de la futura norma para evitar resultados contraproducentes en su aplicación.



No obstante, la respuesta predominante de miembros del órgano ejecutivo, de asambleístas oficialistas y de representantes de organizaciones que habrían trabajado en la elaboración del proyecto se ha orientado hacia el bloqueo de la discusión, señalando que la cámara de senadores tiene que aprobar la propuesta sin modificar ni una sola coma. La excepción a esa rígida directriz la marcó la Comisión de Constitución, Derechos Humanos y Sistema Electoral del senado, que tomó la iniciativa de escuchar los criterios y sugerencias de diversas organizaciones de la sociedad, pese a que fue clara en que tal ejercicio no garantizaba la incorporación de los eventuales aportes en la redacción final de la ley. En cualquier caso, se trató de una lección de gobierno: no se puede desconocer lo que piensa, quiere y plantea la ciudadanía a título de haber sido elegido su representante.



Una democracia que se reclama participativa tiene que estar abierta al debate, esa es una de sus precondiciones; pero pareciera que la práctica política no siempre condice con lo que se declara en el discurso. Quienes se han aferrado a la letra muerta del proyecto aprobado por los diputados no presentaron argumentos que llevaran a aceptar una situación de “suficiente discusión”. Así, se llegó incluso a convocar a los movimientos sociales a que salgan a defender el proyecto, esto es, a ejercer presión sobre los asambleístas a fin de que procedan a su pronta aprobación sin cambios.



Pero más allá de ese lenguaje de fuerza, las posiciones más cerradas del oficialismo expusieron lo que consideran sus razones para rechazar las sugerencias de modificación. Aquí algunas de ellas: el racismo es la base de todas las formas de discriminación; el racismo es un comportamiento exclusivo de la clase dominante; los medios de difusión desarrollan acciones racistas y discriminatorias; el Estado no puede acatar principios internacionales que son colonialistas y tampoco puede admitir la imposición extranjera. Es claro que se necesita abrir el debate, mas no a partir de premisas inflexibles.

29 de septiembre de 2010

Velar el racismo

Erick R. Torrico Villanueva

Si el proyecto de ley anti-discriminación y anti-racismo aprobado el pasado viernes 10 por los diputados de la Asamblea Legislativa Plurinacional supusiera la defunción de todas las ideas y prácticas racistas en el país, se tendría que organizar un velorio que en realidad constituiría una celebración. Sin embargo, el panorama es distinto y al parecer difiere incluso de las buenas intenciones que pudieron haber tenido sus proponentes.

En los hechos, a partir del polémico artículo contenido en esa norma relativo a que los medios de difusión que publiquen “ideas racistas y discriminatorias” podrían perder sus licencias de funcionamiento —advertencia que afecta básicamente a las emisoras de radio y televisión—, lo que se tiene es un potencial efecto negativo que se traduciría en el ocultamiento de los comportamientos racistas.

Pero se podrá preguntar ¿cómo es eso? Es simple: como el proyecto legal no especifica el carácter de la publicación a que se refiere, cualquier mensaje que aparezca en un medio masivo —sea de información, opinión, análisis, entretenimiento, educación, publicidad o propaganda— y que sea tipificado como racista dará lugar a que el medio se convierta en objeto de sanción. De esa manera, por la vía de la amenaza latente de castigo, es decir, por la aplicación de la censura previa, la futura ley logrará que los medios retiren al racismo de su repertorio de temas.

Y la consecuencia será que irán desapareciendo las noticias, los comentarios, las denuncias y las investigaciones al respecto, con lo que en último término se generará el simulacro de que el racismo fue final y felizmente erradicado. En otras palabras, la gente y los medios preferirán no hablar del asunto por temor a las represalias y eso contribuirá a que, en la práctica, continúen reproduciéndose conductas y discursos discriminadores con la ventaja de que quedarán cada vez más invisibilizados.

La prohibición que el proyecto contempla resultará, así, contraproducente, pues en lugar de hacer posible que se lleve velas al sepelio del racismo aportará —quizá sin proponérselo— a velarlo en dos formas inesperadas: cuidándolo y escondiéndolo. Si la futura ley aspira a alcanzar un impacto positivo debiera, en lo concerniente a los medios, especificar que las sanciones recaerán sobre ellos en caso de evidenciar en sus mensajes acción propia, intencional y deliberada, de propaganda o promoción racistas.

“Raza” es un seudo-concepto: designa algo que carece de correlato real. Su origen se relaciona con la conquista imperial y con la instalación del proyecto moderno de “occidentalización” del mundo a partir de los hallazgos de Cristóbal Colón. El sometimiento de los pueblos “descubiertos” y más tarde colonizados, como también neo-colonizados, requería de ese componente ideológico para reforzar la idea de la supuesta superioridad (biológica y cultural) de los agresores que ya traían la ventaja de un cuasi monopolio de la violencia. Eso se reprodujo sin mayor excepción en las diferentes situaciones de subordinación de un grupo humano por otro y así ha sido hasta el presente.

Es claro que la antigua “política del menosprecio” debe ser sustituida por una política del reconocimiento y la interacción en igualdad de condiciones, pero ello demanda que una ley sobre el particular no dé margen a que se restableza y potencie el estado de cosas que pretendía transformar. El proyecto debe ser considerado en días más por el senado; éste tiene ahora la responsabilidad y la palabra.

1 de septiembre de 2010

Las elecciones bolivianas en la prensa latinoamericana: Un actor “omnipresente”, una sociedad “pobre” y una democracia “amenazada”

Bernardo Poma Ulo


Un actor central, Evo Morales, “omnipresente”, “casi único”, reelecto en el marco de una democracia “polarizada”, “amenazada”, “totalitaria”, en una sociedad “dividida” y “mayoritariamente pobre”, fueron los significados y conceptos de mayor presencia en 140 noticias publicadas en 15 diarios de cinco países latinoamericanos relativos a las elecciones generales bolivianas del 6 diciembre de 2009.

Esas tendencias en la representación noticiosa fueron estudiadas por el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) que coordinó el monitoreo de la cobertura informativa sobre las elecciones bolivianas —del 22 de noviembre al 13 de diciembre de 2009— con otros 5 países de la Red Latinoamericana de Observatorios: Perú, Brasil, Ecuador, Guatemala y Venezuela .
Las noticias observadas construyeron significados tendientes a la personalización: con un actor central en la mayoría de las expresiones (45% de los casos). Así, el candidato-presidente fue presentado como el “absoluto favorito en encuestas” y “con todo a su favor” (según el ecuatoriano El Comercio); luego, prácticamente todos los diarios enfatizaron su triunfo con más del 60% de los votos y la obtención de una “carta blanca” (mayoría absoluta) en la asamblea legislativa plurinacional. La información adicionó cualidades personales y proyecciones políticas del principal actor de la noticia: líder y primer indígena presidente, con popularidad, hegemonía, “imparable”, con la pretensión de “copar” alcaldías y gobernaciones.
Los diarios brasileños abordaron aspectos específicos en la misma tendencia. Primero, O Estado de São Paulo fue más explícito en relación al papel simbólico-político de Evo Morales, definiéndolo “casi omnipresente”, por la “masificación de su imagen”, y describió el ambiente electoral como si en este hubiese “un solo candidato”. Al respecto, Folha de São Paulo resumió el significado político del principal candidato como el “depositario del imaginario del cambio”. Por otro lado, O Estado de São Paulo apuntó uno de los desafíos políticos de Morales: el descontento de sus “aliados” indígenas. Folha de São Paulo señaló otros desafíos: implementación de la nueva constitución y la “armonización de los intereses de sus bases”.
La personalización de la cobertura implicó además que el “candidato favorito” fue protagonista en el 69% de los titulares, en tanto que todos sus opositores sólo lo fueron en el 9%. De manera similar, el mismo actor fue la fuente noticiosa más citada (24%), mucho más que todos los opositores (8%), los cuales fueron menos requeridos que los analistas (17%) y las empresas encuestadoras (14%).
Lo que quedó poco explicitado —en las noticias observadas— fue el significado y sentido del “cambio” y la “refundación” de Bolivia. Así, conceptos como transformación “socialista”, “estatista” o “descentralización institucional” —que dan especificidad al “cambio” mencionado—, sólo alcanzaron en conjunto al 11% de los significados publicados. Sin utilizar el término, entre los diarios guatemaltecos, se definió el proceso como “transformación”, pero se lo diferenció del “chavismo” (El Periódico).
Más menciones recibieron otros dos conjuntos de significados. Primero, el proceso electoral (17%), en el que se señaló, por un lado, las dudas y controversias en la campaña electoral (como la utilización de recursos estatales por parte del oficialismo) y en el empadronamiento de electores (la aceptación finalmente por el Órgano Electoral Plurinacional de más de 400 mil inscritos observados). Pero, con base sobre todo en informes de los observadores internacionales, se describió el proceso de votación como “ejemplar”.
Casi con la misma proporción de menciones (15%), la oposición política boliviana fue entendida como “conservadora” y “regionalizada”, es decir, se identificó principalmente dos polos regionales opuestos: La Paz (“oficialista”) y Santa Cruz (“conservador”); este último también entendido como una de las trincheras de una mayor región oriental “opositora” denominada “media luna”. La oposición fue también definida como “debilitada”, “amenazada” por el oficialismo y, además, en plan de “fuga”. Este último significado —al menos en El Comercio de Perú—, tuvo como referencia la denuncia del poder ejecutivo sobre la huida del principal candidato de oposición, Manfred Reyes Villa .
Tres conjuntos de significados, relevantes para la democracia boliviana, fueron, sin embargo, muy poco mencionados (entre el 3% y el 4% de frecuencia). En principio, la libertad de expresión “exagerada”, adjetivo basado en las expresiones de Evo Morales respecto de su relación conflictiva con los medios de comunicación “conservadores”. Por otro lado, la reelección de Morales en 2015, planteada por algunos diarios como posibilidad y por otros como desmentido. El tercero tuvo relación con las autonomías departamentales e indígenas, como parte ya no de un actor personalizado, sino de una institución, la democracia, en tanto “sentido común del cambio”. Cabe apuntar que esta especificidad de sentido fue abordada sólo entre los diarios de Brasil y Guatemala (con más detalle en Folha de São Paulo que en O Estado de São Paulo y, en menor medida, en el guatemalteco Prensa Libre).
La proporción del 30% de mujeres parlamentarias electas, igualmente relevante y significativa para la democracia boliviana, fue abordada apenas en una ocasión (0,4% de frecuencia) y sólo por el diario peruano La República.
Respecto de los conceptos y procesos socio-políticos en Bolivia, más allá del momento electoral, el monitoreo encontró referencias principalmente a partir de la primera gestión presidencial de Evo Morales, sobre todo entre los diarios brasileños (45 menciones, 85%) y muy poco en los restantes de los otros 4 países (8 menciones, 15%).
Tales conceptos se refirieron mayoritariamente a la política interna boliviana (42%) conceptuada como polarizada y regionalizada (en el sentido de Santa Cruz “de la derecha” vs. La Paz “bastión del MAS”). Los diarios brasileños especificaron al menos 3 aspectos: a) la democracia boliviana estaría "amenazada" y sería "totalitaria" —con base en declaraciones de candidatos de oposición en O Estado de São Paulo y O Globo—; b) la retardación estructural de la justicia que perjudicaría en particular al proceso seguido al candidato vicepresidencial opositor Leopoldo Fernández (Folha de São Paulo); c) la caracterización “antiimperialista” de la política exterior boliviana (4%) de acuerdo con las expresiones del candidato ganador (en Folha de São Paulo).
Con mayor contundencia, los diarios de tres países expresaron conceptos complementarios respecto de la política boliviana. Se describió, así, los “embates sangrientos” en los últimos 4 años (a propósito de la relación “Evo Morales y la oposición”, en O Globo), el “caos e inestabilidad de hace un año” con el peligro de “una guerra civil”, concepto último explicitado O Estado de São Paulo (Brasil), Siglo Veintiuno (Guatemala) y El Universal (Venezuela).

En general, la sociedad boliviana fue también menos conceptuada en positivo, ya que fue representada como “dividida” y mayoritariamente “pobre” (17%), aunque sólo en los medios del Brasil y Guatemala. Por otro lado, esos mismos países abordaron la macroeconomía y la economía boliviana (17%), con elogios al primer aspecto, ya que estaría “en mejora”, con crecimiento sostenido y buenas reservas internacionales, además de contar con la aprobación del Fondo Monetario Internacional; en cambio, la economía fue definida (en la Folha de São Paulo) por su falta de industrialización (“ni siquiera produce una hoja de papel”) y sobre todo por ser “dependiente” de la exportación de materias primas (gas y minerales).
Respecto de la política-económica boliviana (13%), casi en consecuencia del concepto anterior, los diarios brasileños y guatemaltecos señalaron sus desafíos: la redistribución de los excedentes (“a los pobres e indígenas”), la industrialización y el camino “hacia otra institucionalidad” (la “descentralización”).
Con exclusividad, dos diarios brasileños vincularon en un solo concepto el aumento de la producción de coca y el narcotráfico (4%), señalando —con base en una fuente de oposición— que este último “sustenta la economía boliviana”.
Aunque el resumen presentado ratifica la tendencia a la personalización de la cobertura noticiosa (centrada en el candidato “favorito” y “ganador”), también los significados y conceptos que los diarios observados construyeron dan los insumos para la reflexión sobre aspectos y perfiles nacionales: el “cambio” o “refundación” de Bolivia, como oportunidad histórica, aún requiere dotarse de contenidos y horizontes más específicos, la democracia como un bien que debe ser cuidado y profundizado desde toda la sociedad civil, rescatando su carácter dialógico permanente.

16 de agosto de 2010

Las elecciones de abril según Bolivia TV

Santiago Espinoza A.

Por las características inéditas que le otorgó la normativa electoral y por su incidencia posterior en la reconfiguración geopolítica del Estado boliviano, las elecciones municipales y departamentales del pasado 4 de abril alcanzaron una dimensión histórica que fue reconocida y realzada por los distintos actores involucrados en el proceso. En este contexto, con el objetivo de evaluar la cobertura periodística de la presentación de los resultados de las elecciones, el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) monitoreó seis redes televisivas (ATB, Bolivia TV, Bolivisión, PAT, Unitel y UNO) y 13 diarios nacionales (La Prensa, La Patria, El País, El Nacional, El Día, El Potosí, Correo del Sur, El Deber, Los Tiempos, El Alteño, Opinión, La Palabra y Cambio).

El informe completo del monitoreo incluyendo el análisis de los medios arriba citados ha sido socializado con periodistas de varias regiones del país, y un resumen del mismo se ha publicado en este mismo espacio en días pasados. Como una continuación del artículo inmediatamente anterior, en estas líneas se apuntarán algunos de los rasgos más visibles de la cobertura que el canal gubernamental Bolivia TV le dedicó a los resultados de las elecciones.

Gobernadores antes que Alcaldes

A la corresponsalía de la distrital 3 del ONADEM (Cochabamba y Chuquisaca) le correspondió efectuar el monitoreo de la cobertura de los resultados y sus repercusiones que se difundieron por el Canal 7 (Bolivia TV, administrado por el gobierno), labor que se extendió entre las 17:30 y las 23:00 del domingo 4 de abril pasado.
Producto de este análisis se puede señalar que Bolivia TV otorgó mayor importancia a los resultados de las elecciones a Gobernadores que a la de Alcaldes. A manera de hipótesis para explicar esta conducta, se puede afirmar que los comicios a gobernadores resultaron privilegiados en términos de cobertura debido a que arrojaron resultados más favorables para el partido en funciones de gobierno (y administrador del Canal 7), que se hizo de seis de las nueve Gobernaciones del país.
La hipótesis sugiere que la menor atención a los resultados de las elecciones municipales y al análisis de éstas obedece a que los comicios en los principales municipios del país (las ciudades capitales, donde el escrutinio es más inmediato y accesible a las empresas encuestadoras y a los medios), arrojaron resultados menos favorables para el partido oficialista, que sólo se quedó con tres de las diez Alcaldías más grandes e importantes del país. De alguna manera, estos resultados fueron minimizados y hasta invisibilizados por el canal gubernamental, acaso en un intento por ocultar las derrotas del partido en funciones de gobierno.
Un caso particular fue el de la Alcaldía de la ciudad de La Paz, donde las encuestas mostraban como favorito al MAS (Movimiento Al Socialismo), aunque la votación se inclinó a favor de la continuidad del MSM (Movimiento Sin Miedo) Lo particular del caso fue que el programa especial del Canal 7 (“Bolivia decide”) evitó el asunto hasta que lo sacó a colación uno de sus analistas invitados (Ilya Fortún), generando evidente incomodidad entre los presentadores, que sólo atinaron a cuestionar la difícil gobernabilidad que tendrá la Alcaldía de la ciudad sede de gobierno (pues sus concejalías están repartidas entre el MAS y MSM en partes iguales, lo que ha colocado al concejal de UN (Unidad Nacional) en una posición dirimidora).



Ganadores perdedores

Como en otros canales, el gubernamental se adelantó a los resultados oficiales y, a partir de sus datos preliminares, colocó a algunos candidatos oficialistas en posiciones (de triunfo) luego desmentidas o siquiera relativizadas por los resultados más cercanos a la realidad.
Cuando se mostraban los resultados de aquellos lugares donde el MAS se hallaba en desventaja, los conductores enfatizaban el hecho de que los datos mostrados eran aún preliminares, señalando que el partido oficialista se encontraba en pelea por una victoria.
El caso más sugestivo fue el del candidato del MAS a la alcaldía de Oruro, Félix Rojas, al que los presentadores proclamaron vencedor y futuro Alcalde, provocando en éste el mismo sentimiento victorioso mientras era entrevistado desde Oruro, rodeado de sus simpatizantes en pleno festejo. Los hechos demostraron luego que el candidato masista perdió la elección frente a la candidata del MSM, Rossío Pimentel Sin embargo, no hubo una rectificación oficial del Canal ni del candidato al conocerse los resultados más fiables.
Otro caso digno de mención fue el de la proclamación de Edwin Castellanos, candidato del MAS a la Alcaldía de Cochabamba, como ganador de los comicios por “una amplia mayoría”. El propio Castellanos reconoció, al momento de ser entrevistado por el Canal 7, que su victoria había sido “contundente”, afirmación luego impugnada por los datos oficiales de otros canales y del propio Órgano Electoral, que le dieron un triunfo por menos del 2 por ciento sobre su inmediato seguidor.
Así también fue llamativo el afán del Canal 7 por generar un clima de expectativa ante la posibilidad de que hubiera segunda vuelta en las elecciones a Gobernador en Santa Cruz, cuando los resultados difundidos por otras redes televisivas mostraban que esa posibilidad ya estaba descartada.

¿Pluralidad?
En la cobertura especial de los resultados de las elecciones, Bolivia TV no mostró pluralidad al momento de la consulta de fuentes. De todas las declaraciones que sus periodistas y presentadores recogieron de candidatos a Gobernadores, Alcalde y otros cargos, ninguna correspondió a una persona que representara a un partido de oposición. Todas provinieron de candidatos o autoridades del MAS, más allá de que hubieran ganado o no las elecciones.
En cuanto a la participación de la ciudadanía en la cobertura electoral, el trabajo del 7 se redujo a mostrar los festejos de los militantes del MAS en aquellos lugares donde resultó ganador. Consultas concretas con ciudadanos sólo las hizo cuando su corresponsal en Cobija dialogó por unos instantes con militantes del MAS en esa urbe, a manera de esperar la conferencia de prensa que brindaría en unos minutos el candidato del oficialismo a la Gobernación de Pando. La ciudadanía estuvo ausente de la agenda del canal gubernamental y sólo adquirió visibilidad cuando estaba abiertamente vinculada al partido en funciones de gobierno.

Fiabilidad de los resultados
A diferencia de otras redes televisivas, que acompañaron sus resultados con la identificación de la empresa encuestadora encargada de su procesamiento, el Canal 7 no dio a conocer con exactitud cuál era la fuente de los datos mostrados. A lo sumo, dio a entender que fueron, en primera instancia, extraídos de un conteo en boca de urna, y, en segunda, de un conteo rápido, pero sin aportar mayores precisiones (sobre la muestra, el porcentaje alcanzado en el conteo rápido, etc.).
En comparación con las redes privadas, que emplean empresas especializadas en encuestas y conteo de votos para la obtención y el procesamiento de los datos primiciales que les han de dar ventaja sobre sus competidoras, el canal gubernamental tuvo un manejo descuidado de los resultados electorales y de sus fuentes. Los datos que lanzó sólo pueden ser atribuidos al propio medio y no así a empresas encuestadoras. En ese contexto, los equívocos o imprecisiones en los resultados mellan la fiabilidad del Canal y de sus responsables.

26 de julio de 2010

Elecciones, presentación de resultados y espectáculo

Equipo ONADEM

La presentación de resultados de las elecciones a gobernaciones y alcaldías del pasado 4 de abril tuvo un enfoque centrado en la disyuntiva de si el Movimiento al Socialismo (MAS) había ganado o perdido poder, en un estilo televisivo correspondiente a programas de espectáculo. Además, se trabajó en la presentación de resultados con datos imprecisos; éstos aparecieron con significativas variaciones durante más de tres horas y los diarios los usaron como base para sus ediciones del día siguiente.
Con el objetivo de evaluar la cobertura periodística de la presentación de los resultados de las elecciones, el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) monitoreó seis redes televisivas (ATB, Bolivia TV, Bolivisión, PAT, Unitel y UNO) y 13 diarios nacionales (La Prensa, La Patria, El País, El Nacional, El Día, El Potosí, Correo del Sur, El Deber, Los Tiempos, El Alteño, Opinión, La Palabra y Cambio).
Las elecciones quedaron confirmadas como un hecho mediático fundamentalmente televisivo y sometido a las reglas de la espectacularización propias de ese tipo de programas. Esa misma condición incentivó un crecimiento en el despliegue técnico de la cobertura y en el uso de recursos innovadores para la presentación visual de los resultados en la TV.
Pese al esfuerzo desarrollado para lograr una cobertura geográfica más amplia, los resultados presentados por los medios se refirieron a las capitales departamentales y a un máximo de 26 ciudades intermedias (en Bolivia TV), con lo cual la información fue fundamentalmente “urbana” y se consideró colateral aunque secundaria aquella relativa al ámbito municipal de las provincias.
La modalidad asumida por el trabajo informativo de las redes de televisión dio cuenta de una doble competencia: una relativa al enfrentamiento entre fuerzas políticas por la victoria electoral y otra, paralela, referida a la pugna entre medios de información por ser reconocidos como proveedores de la primicia noticiosa o el análisis más certero.
Esa carrera por ser los primeros en brindar la información llevó reiteradamente a que los medios no consideraran la índole preliminar de los datos de boca de urna; éstos, pese a su dispersión y sus contradicciones, más bien fueron presentados como válidos para definir ganadores y perdedores, desde los momentos iniciales de las emisiones de resultados.
Tal comportamiento –atravesado por la constante creación de un clima de expectativa– propició que se construyeran escenarios de supuestos que originaron no sólo coberturas anticipadas de consecuencias (entrevistas a presuntos ganadores que al final no lo fueron), sino comentarios y análisis carentes de sustento empírico suficiente.
La labor estricta de los periodistas –la información precisa, oportuna y fidedigna– quedó supeditada a la dinámica espectacular alentada por presentadores y presentadoras, a los datos cambiantes de las empresas encuestadoras y a las opiniones de los analistas basadas en esos datos inciertos y cambiantes.
La atención mediática se centró principalmente en la confrontación entre el polo Evo Morales/MAS y el polo oposición política (sobre todo el MSM) y regional (la “media luna”).
Ese enfoque de los hechos simplificó la geografía electoral que se fue estructurando en el país, y mientras la televisión oficial hablaba de una “victoria masista nacional”, la privada prefería referirse a triunfos del MAS en algunos bastiones y derrotas en otros.
Concentrada en la cuestión política nacional de la posesión, la sumatoria o la distribución del poder, la cobertura informativa prácticamente no consideró los procesos electorales en 337 municipios, la conformación de nueve asambleas departamentales ni la elección de otras autoridades departamentales y regionales (diferentes en algunos departamentos).
Al día siguiente de las votaciones, los diarios no sólo reprodujeron los datos emitidos por las redes televisivas la noche anterior (aunque la mayoría de ellos se ciñeron a los datos del conteo rápido y no a la información en boca de urna), hicieron lo mismo con el enfoque del mapa político nacional simplificado y carente de profundidad tanto noticiosa como analítica respecto de la primera concreción –en las urnas y para la conformación de los gobiernos locales, regionales y departamentales– del sistema autonómico.
La información que la televisión y los diarios proporcionaron sobre las elecciones del 4 de abril estuvo, entonces, marcada por una “victoria del apresuramiento” en la cual el periodismo pasó a segundo plano frente al espectáculo, las estadísticas diversas y los recursos gráficos o los efectos especiales. Pero también se distinguió por la interpretación genérica y superficial de un proceso eleccionario que sentaba las bases para materializar una organización estatal sustancialmente distinta, en razón de las autonomías, de la establecida por la Constitución Política hasta febrero de 2009.
Si bien la cobertura mediática ofreció datos y análisis sobre la composición del escenario político general a partir de las votaciones, no llegó a consignar en ese cuadro la información y los alcances referidos a las implicaciones de los resultados electorales en la puesta en marcha de los gobiernos departamentales y locales.