7 de mayo de 2010

¿Y la calidad periodística?

Erick R. Torrico Villanueva


Hace unos pocos días la Asociación de Periodistas de La Paz organizó un interesante desayuno-trabajo sobre el tema “Los diarios paceños, desafíos para la prensa y sus lectores”. Los directores de tres periódicos privados —uno de ellos que acaba de salir a las calles— y del cotidiano gubernamental fueron los expositores. Hablaron de las características de sus respectivos medios, de sus dificultades, sus logros y proyectos, como también de la situación del mercado de lectores y la competencia.

Discreparon respecto de los cuestionamientos que recibe el periodismo, pues mientras para unos éste debe estar abierto a la crítica, para otros ésta casi sería producto de la incomprensión y el desconocimiento de lo que es y hace un medio informativo. Al contrario, hubo un mayor acuerdo en las apreciaciones que presentaron sobre las insuficiencias que distinguen al personal mediático formado en las universidades al punto de que indicaron que los diferentes medios se tienen que disputar al mismo grupo de periodistas y que tal vez una solución sería que las salas de redacción vuelvan a constituirse en escuelas de periodistas. Sin embargo, nadie recordó que —irónicamente— los cuatro expositores también son producto de las aulas universitarias.

En torno a las funciones que desempeña un diario, cada uno de los directores dio una versión distinta. Uno dijo que el periódico debe ser básicamente un informador y ponerse a buen resguardo de las pretensiones de hacerse fiscalizador. Otro sugirió que más bien debe actuar como un intérprete de los acontecimientos. El tercero sostuvo que tiene que preocuparse por la gente e intentar ser su portavoz. Finalmente, el último consideró que un diario hoy en Bolivia debe ser un orientador. Si tal es la visión con que cuatro de los periódicos paceños son manejados prácticamente cada cual tendría asegurado su “nicho” de lectores, pero quizá la realidad no concuerde exactamente con ella.

Más allá de todo lo expresado por los expositores y varios de los asistentes, llamó la atención que no hubiese surgido ninguna mención a la cuestión de la calidad periodística, esto es, a la prolijidad formal y a la riqueza de los contenidos que un medio informativo debe ofrecer en sus espacios, pues es en relación a esa condición que la prensa, la radio, la TV o la Internet pueden valorar —en el campo de lo informativo— su desempeño profesional, responsable y ético al igual que intentar medir su credibilidad y prestigio.

Y de la calidad sí hay que preocuparse. Sin necesidad de ir más lejos, cabe recordar que, por ejemplo, 3 de los diarios participantes en el desayuno-trabajo incurrieron recientemente en errores informativos: en las últimas elecciones uno le quitó una gobernación al oficialismo y otro, a la inversa, le dio una gobernación por demás a la oposición; el tercero, en otro plano, informó de que un minibús se estrelló contra un camión de “alto voltaje” (tal vez fue el de una empresa de electricidad...). Además de las fallas, lo común entre todos fue que ninguno hizo aclaración posterior alguna.

Probablemente sea cierto que el periodístico es uno de los sectores profesionales con mayor conciencia y capacidad autocrítica y hasta con “vocación de autoflagelación”. No obstante, no se trata apenas de tener la valentía de hablar de los propios errores sino de plantear, planificar y ejecutar las soluciones requeridas en beneficio de unos públicos cada vez mejor informados.

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