2 de febrero de 2009

LA VERDAD INFORMATIVA

Por Erick R. Torrico Villanueva

La gente parece olvidar o desconocer que los hechos noticiosos son construcciones resultantes de la convergencia de al menos tres factores: i) la acción de sus protagonistas o fuentes; ii) la acción y la valoración de periodistas y medios informativos; iii) las circunstancias condicionantes.

Por tanto, no todo aquello que ocurra en el seno de la sociedad será convertido en noticia, razón por la cual, sin duda, periódicos, emisoras de radio, canales de TV y portales periodísticos de Internet junto a sus operadores, en su condición de mediadores entre las realidades informativas y los públicos, son un elemento indispensable para que tal proceso tenga lugar.

De lo dicho se derivan distintas consecuencias, como que lo noticioso implica siempre puntos de vista interesados o que sería ingenuo creer que los medios son simples registradores y transmisores asépticos de los sucesos del mundo social. Esto quiere decir, asimismo, que las versiones acerca de que el periodismo sólo “refleja” lo real o es un puro “mensajero” sin intervención en el amoldamiento de la realidad informada o del mensaje publicado son retórica. Pero de igual manera cabe desestimar las aseveraciones exageradas respecto de la “maldad” intrínseca y los “afanes conspirativos” del sistema mediático, pues apuntan, indirectamente o no, a su desinstitucionalización.

Los medios periodísticos son organizaciones sociales especializadas en mostrar hechos y declaraciones de interés público de forma cotidiana y en sujeción (deseable) a unas reglas de estructuración de mensajes, las cuales, si son aplicadas razonablemente, pueden contribuir de modo notable a reducir los sesgos generados por las motivaciones políticas, económicas o religiosas tanto como por las múltiples subjetividades. Son, pues, mediadores no en el sentido de “estar al medio”, de neutralidad, sino más bien de “estar en medio”, como intérpretes y a veces hasta como definidores de los hechos.

Entonces entra en escena la cuestión de la verdad informativa, tema que ha sido nuevamente puesto en primer plano en el país en semanas recientes.

La calidad de verdadera que pueda tener una noticia, en el nivel filosófico, está vinculada con la posibilidad de que la narración que presente de un hecho o de una declaración ofrezca los suficientes elementos como para que no sea puesta en duda, esto es, que sea fidedigna, o sea “digna de fe”.

¿Pueden los medios, por tanto, aspirar a informar la verdad o sobre ella? Seguro que pueden, mas de ahí a que consigan hacerlo efectivamente hay una distancia, ya que en la producción de cada noticia entran en juego las interacciones de los tres factores arriba señalados, con grados de participación e influencia variables.

En consecuencia, como suele decirse, si bien el periodismo y los periodistas van en busca de “la” verdad, lo más probable es que sus relatos ofrezcan una aproximación a ella presumiendo, en todo caso, que sus prácticas institucionales, profesionales y personales se rijan por el principio ético de rechazar todo engaño y especulación.

Cualquier mínima distorsión de los hechos, el añadido de interpretaciones sin sustento lógico o empírico, la exageración de alguna de las aristas del hecho o el dicho informativo, la pura invención de algo que no aconteció o las suposiciones sobre lo que podría suceder son, así, algunos ejemplos de defectos que pueden aparecer en las informaciones de los medios con el riesgo de alejarlas de su pretensión de veracidad.

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