Narcotráfico ¿sólo coca
y cocaína?
El debate de los
editoriales bolivianos
Bernardo Poma
Ulo[1]
Relacionar el
narcotráfico sólo con una planta, la de la coca, referirse únicamente a la
cocaína y a su posible despenalización, así como abordar escasamente y de
manera imprecisa el consumo de drogas, fueron las tendencias de la opinión
editorial de la prensa boliviana sobre el tema del tráfico de estupefacientes
en el primer mes del 2012.
Esas características de opinión
fueron estudiadas por el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) de la
Fundación UNIR en 24 editoriales publicados en enero del presente año por 13
diarios nacionales: El Deber, El Mundo y El
Día de Santa Cruz, La Palabra del Beni de Trinidad, El País,
El Nacional y Nuevo Sur de Tarija, Correo del Sur de Sucre, El
Diario y La Prensa de La Paz, El Potosí (Potosí), Opinión
y Los Tiempos de Cochabamba[2].
Si
bien se contabilizó en total 24 editoriales, un tercio de éstos fue repetido y
publicado con el mismo texto y titular en más de un diario[3].
En sentido estricto, entonces, se publicaron 18 textos
editoriales distintos, entre los que se pudo verificar las tendencias anotadas
en principio, pues 10 de ellos (56%), al abordar el narcotráfico[4], sólo mencionaron una
droga[5], la cocaína, y los restantes 8 (44%) no especificaron
ninguna otra[6]. Por otro lado, 7 de los editoriales (39%)
relacionaron expresamente la hoja de la coca con la cocaína o con el
narcotráfico, en tanto que los demás no mencionaron ni especificaron ninguna
otra planta vinculada con la producción o tráfico de estupefacientes[7].
Dudas
y esperanzas: la lucha contra el narcotráfico
Bajo
la primera tendencia de opinión editorial, la lucha contra el narcotráfico tuvo
como objeto valor negativo
centralmente a la hoja de coca, específicamente por su producción excedentaria,
por ser vinculada directamente con la fabricación de cocaína o
incluso por ser considerada en sí misma una droga[8].
Al
avizorar en 2012 una “nueva etapa en la lucha contra las drogas” (La Prensa; Los Tiempos; El Potosí; Nuevo Sur; Correo del Sur, 24/01/12)
y relacionando expresamente coca con narcotráfico, los editoriales valoraron
positivamente el acuerdo tripartito, entre Brasil, Bolivia y EE.UU.[9],
por haber sido suscrito para “controlar los
cultivos excedentarios de coca” y fue entendido como una alternativa en la
tarea de “controlar” la producción de la “materia prima” de la “cocaína”.
En
ese marco, criticaron las acciones gubernamentales por su falta de eficacia en
la lucha contra el narcotráfico. Con el acuerdo tripartito y en retrospectiva
se habría puesto fin a seis años de la “actual gestión gubernamental”, de
“desavenencias” que “impidieron” o “dificultaron” la labor conjunta entre los
países “interesados en afrontar el problema” (La Prensa; Los Tiempos; El Potosí; Nuevo Sur; Correo del Sur, 24/01/12). En el mismo sentido, se
puso en duda las “buenas intenciones” del “Primer Mandatario”, se dijo que la
administración gubernamental, a seis años, “no fue efectiva” (El Diario, 08/01/12). Otras notas sólo
alcanzaron a expresar algunas esperanzas para la presente gestión: “Ojalá que
en este año la imagen del país no sea más afectada por el estigma del
narcotráfico” y que “no tengamos más jefes policiales… intentando exportar
toneladas de cocaína al mercado internacional” (El Mundo, 01/01/2012).
Con similar crítica a la política gubernamental, pero
sin especificar ningún estupefaciente, un editorial no aclaró la identificación
de la coca como una droga, aludiendo a un organismo internacional y señalando
una fallida posición del gobierno nacional al respecto: “La hoja (de coca) ha
de seguir siendo considerada una droga en sí misma por la ONU, no importa lo
que haga el Gobierno boliviano por evitarlo” (El
Deber, 22/01/12).
La
coca en el ojo del crecimiento del narcotráfico
Aunque
se manifestó en general la preocupación por el crecimiento del narcotráfico, la
mitad de los editoriales que abordaron este aspecto no especificó la droga
causante o involucrada en tal aumento, pero sí señalaron a la hoja de coca.
Así, el incremento de la producción de la “hoja ilegal” es el que “en realidad define el aumento de la producción de
narcotráfico en el país” (Opinión,
18/01/2012).
En
el mismo sentido, al especificar el “aumento de la producción de cocaína” en el
país, se señaló un solo factor, el aumento del “cultivo de la hoja” de coca,
para lo cual, a su vez, no se presentaron suficientes explicaciones pues tal
hecho sería resultado de “medidas de carácter oficial” (El Diario, 03/01/12). Sin especificar la fuente de los “datos estadísticos”
se estableció que “la hoja de coca ha sobrepasado las 35 mil hectáreas y que la
producción de cocaína pura pasó de las 200 toneladas al año”, además de que “la
producción de pasta base sería muy superior y se estaría intensificando en
sectores suburbanos y rurales del país” (El
Diario, 03/01/12)[10].
Legalización
de las drogas o (des)penalización de la coca
Más
argumentos a favor que reparos sobre la posible despenalización de las drogas
ilegales, específicamente de la cocaína,
se expresaron en las posiciones editoriales -de los diarios del sur del
país, principalmente- que, en todo caso, se apoyaron en las manifestaciones
públicas de dos presidentes latinoamericanos. En ese sentido, citando al nuevo
presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, se argumentó el fracaso de la
“guerra sin cuartel” contra de la
producción, tráfico y consumo de drogas, “tal como hasta ahora se la ha
desarrollado”, y se consideró el caso de México, donde el costo –hasta el
momento- habría sido de 50.000 vidas (El
Potosí, Nuevo Sur, Correo del Sur; 19/01/12).
Con más contundencia se
apoyó la posición de José Manuel Santos -actual presidente y ex ministro de
Defensa de Colombia- y por tanto la “causa” de la despenalización”, dado que
esa “guerra”, “a pesar de los muertos”, “no ha logrado reducir el consumo de tales drogas,
sino, al contrario lo ha aumentado” (El
País, 31/01/12). Además se argumentó que
la “guerra contra las drogas” es “algo inventado en Washington” y se criticó la
política estadounidense sobre el tema señalando que “es allá, en esa frontera y
dentro de los Estados Unidos donde se debe sentir con más contundencia los
efectos de esa ‘guerra’ y no en nuestros países del sur” (El País, 31/01/12).
Un
editorial aplicó –y restringió- el concepto de la despenalización no a las drogas controladas sino a la hoja de coca.
La posición editorial se basó en la idea fuerza que vincula directamente coca
con cocaína al señalar que el “desborde de los cultivos de coca es sinónimo de la
explosión de la fabricación de cocaína” (El Día, 04/01/12). Bajo ese
razonamiento se criticó el alejamiento de Bolivia de la Convención de Viena y su demanda de
despenalización de la “hoja
sagrada”[11], pues sería el
planteamiento “menos justificado” del país. En el mismo sentido se afirmó que
“Todos los argumentos culturales, medicinales y otros que hablan sobre la
supuesta ‘inocencia’ de la coca, quedan huecos ante la lacerante realidad de
miles de ciudadanos bolivianos que han caído en las redes del consumo de drogas
y de otros miles que están detenidos en las cárceles de Chile, Argentina y
Brasil”. Por tanto, “Defender la coca a estas alturas es casi igual que sacar
pecho por los cárteles de la droga mexicanos y colombianos que han trasladado
sus actividades al territorio boliviano para beneficiarse de la coca abundante
y accesible” (El
Día, 04/01/12).
Algo
de “fashionismo” y pocas alternativas
Sólo
un editorial expresó su preocupación central por el consumo de drogas,
particularmente en la juventud. Sin embargo, no especificó de qué estupefacientes
la “impresionante” cantidad de jóvenes benianos “se han vuelto dependientes” (La Palabra del Beni, 05/01/12). Sin
considerar similares realidades en el resto del país, se definió la
problemática como un “fashionismo local”. Finalmente, al reconocer positivamente
la labor de organizaciones no gubernamentales que “arduamente desarrollan
actividades de prevención y rehabilitación de drogadictos”, el diario evaluó el
ámbito de las “instituciones públicas” en el que “poco o nada se ha avanzado”
para “combatir este mal que acecha a la sociedad” (La Palabra del Beni, ídem).
Sólo
una nota propuso encarar el problema del narcotráfico, sobre todo en las zonas
cocaleras, con “programas inteligentes de desarrollo de las potencialidades
alternativas” (El
Deber, 22/01/12). El editorial planteó para ello aprovechar
los “altos ingresos por las exportaciones de materias primas” (El Deber, ídem) pero no especificó una
propuesta concreta, por ejemplo, la sustitución de cultivos o planes de
industrialización.
Consideraciones
finales
Resulta
destacable la preocupación editorial por la problemática del narcotráfico. Sin
embargo, se corroboró la generalización en la opinión que tuvo como eje
principal la relación coca-cocaína, sin considerar otro tipo de plantas
susceptibles de ser transformadas en otras sustancias controladas, ni las
llamadas drogas sintéticas.
Planteamientos
o posiciones propositivas para encarar el problema del tráfico fueron escasos,
solitarios y dispersos. Así el desarrollo alternativo fue demandado —sólo por
un diario— de manera aislada del debate de la legalización o despenalización
que fueron abordadas por diarios distintos —sobre todo del sur del país—. El consumo de drogas en Bolivia, asimismo,
fue escasamente abordado y no se profundizó ni se especificó si la droga más
mencionada por los editoriales, la cocaína, es también la más consumida. En ese
sentido, el abuso de otras sustancias —distintas a la cocaína— que se observa
principalmente en la población joven de varias ciudades del país, como inhalantes
(sustancias volátiles) de origen y finalidad industrial[12],
no fue parte del análisis realizado por los editoriales.
El
debate público, informado y respaldado, puede contribuir al planteamiento de
normas y políticas públicas que sean cada vez más integrales, preventivas y
protectoras de la sociedad ante la complejidad de la problemática del
narcotráfico y la opinión editorial
puede aportar a ello con un análisis orientador que considere las
particularidades de las distintas fases del narcotráfico (producción, tráfico,
consumo) que afectan también de manera específica y distinta a la sociedad
boliviana.
[1] Responsable
Metodológico Operativo del Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) de la
Fundación Unir Bolivia.
[2] Otros cuatro diarios
nacionales, Página Siete, La Patria, La Razón y Cambio, fueron parte de la muestra
original, los cuales, sin embargo, no publicaron editoriales respecto del tema
del presente artículo.
[3] Se trata de un “efecto de coordinación editorial” que consiste en la
publicación de un mismo editorial en más de un diario, de manera simultánea (en
la misma fecha) o asincrónica, práctica verificada por otras investigaciones
del ONADEM (cf. Medios a la Vista,
2009, pp. 53, 63, 81). En el caso del presente estudio, fueron dos los
editoriales que se repitieron, uno titulado “Nueva etapa en la lucha contra las
drogas” y publicado simultáneamente en 5 diarios (La Prensa, Los Tiempos, El Potosí, Correo del Sur y Nuevo
Sur, 24/01/12), y el
otro “Un debate urgente” incluido a la vez en 3 de esos periódicos (El
Potosí, Correo del Sur y Nuevo
Sur, 19/01/12).
[4] Se
entiende por narcotráfico en este trabajo toda actividad ilícita relacionada o
derivada de la cadena de producción, distribución, comercialización y consumo
de drogas tóxicas o ilegales. En la nomenclatura jurídica nacional e
internacional se utiliza los términos de “tráfico ilícito” de “sustancias controladas” para referirse y
tipificar los delitos relacionados con el narcotráfico (cf. Ley 1008 “Del régimen de la coca y sustancias
controladas” y Convención Única
de 1961 sobre Estupefacientes).
[5] En términos generales, droga es toda
“sustancia química natural o sintética con efectos sobre el sistema
nervioso central, que se consume para obtener una alteración del estado de
ánimo que resulta placentera y que puede producir fenómenos de tolerancia y adicción”
(Ver: Enciclopedia Encarta, Microsoft Corporation, 2008). No obstante, el mismo término
tiene diversos usos, pues puede referirse a: “fármacos de prescripción legal…,
sustancias que se compran y se venden de forma ilegal (cocaína, heroína, Cannabis,
LSD) y otras que se comercializan de forma legal (alcohol y tabaco)” (Ibid.).
[6] La ley boliviana al
respecto consigna, entre las sustancias controladas, al menos 200 drogas naturales o sintéticas,
clasificadas como estupefacientes y psicotrópicos (cf. Ley 1008, Anexo y Art. 33). Uno de esos
estupefacientes –sustancias narcóticas que alteran o hacen perder la
sensibilidad- es la
cocaína, que a través de procedimientos químicos se obtiene de las hojas de
coca.
[7] Evidentemente la legislación
nacional penaliza la producción “excedentaria” de coca, pero admite y delimita
la producción “necesaria” (cf. Ley 1008,
Arts. 4, 5, 6 y 29). La
misma Ley 1008 junto a la normativa internacional (Convención de 1961) penaliza
además la producción ilegal de otras dos plantas a base de las cuales se
producen estupefacientes: la adormidera y la cannabis (o marihuana) (Ver las drogas
derivadas en: Glosario de
términos de alcohol y drogas. Organización Mundial de la Salud / Ministerio de Sanidad y Consumo de España, Madrid, 2008). En el periodo de estudio, al
menos 4 diarios nacionales (El Día, El
Diario, Correo del
Sur y Nuevo Sur) reportaron entre sus noticias el
tráfico de marihuana. Por otro lado, sólo en el mes enero de 2012, la Fuerza Especial de Lucha contra el
Narcotráfico (Felcn) habría incautado 30,63 toneladas de marihuana (Ver: http://www.correodelorinoco.gob.ve/multipolaridad/gobierno-bolivia-ha-incautado-3217-toneladas-droga-2012/)
[9] El convenio entre Bolivia, Brasil y Estados Unidos, denominado “Proyecto Piloto de Sistema de Control
de la Reducción de Cultivos
Excedentarios de Coca”, firmado el 20 de enero de 2012, se propone desarrollar en territorio boliviano
metodologías adecuadas para la “detección” de las “zonas de expansión de
cultivos excedentarios de coca” (Ver:
“Suscriben Acuerdo tripartito para controlar cultivos de coca”, El Diario, 21/01/12, pg. 5).
[11] Bolivia quedó al margen de la
Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes en enero de 2012, una vez que el
Gobierno presentara, a mediados de 2011, una “denuncia” a dicho tratado, en
razón de que en su artículo 49, inciso e), se prohíbe la masticación de la hoja
de coca. En todo caso, en diciembre
de 2011, Bolivia solicitó nuevamente su adhesión a la Convención (Ver: http://www.la-razon.com/nacional/Bolivia-Convencion-anuncia-defensa-acullico_0_1537646233.html).
[12] Las sustancias volátiles son “un grupo de
productos químicos de uso industrial o doméstico (pegamentos, disolventes,
gasolinas, pinturas) que se han convertido en drogas de abuso al inhalarse con
el fin de obtener un efecto placentero. Las sustancias volátiles producen
depresión y perturbación del sistema nervioso central” (Ver: "Droga."
Microsoft® Encarta® 2009 [DVD]. Microsoft Corporation, 2008).
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