24 de octubre de 2012

Narcotráfico ¿sólo coca y cocaína? El debate de los editoriales bolivianos



Narcotráfico ¿sólo coca y cocaína?
El debate de los editoriales bolivianos

Bernardo Poma Ulo[1]
Relacionar el narcotráfico sólo con una planta, la de la coca, referirse únicamente a la cocaína y a su posible despenalización, así como abordar escasamente y de manera imprecisa el consumo de drogas, fueron las tendencias de la opinión editorial de la prensa boliviana sobre el tema del tráfico de estupefacientes en el primer mes del 2012.



Esas características de opinión fueron estudiadas por el Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) de la Fundación UNIR en 24 editoriales publicados en enero del presente año por 13 diarios nacionales: El Deber, El Mundo y El Día de Santa Cruz, La Palabra del Beni de Trinidad, El País, El Nacional y Nuevo Sur de Tarija, Correo del Sur de Sucre, El Diario y La Prensa de La Paz, El Potosí (Potosí), Opinión y Los Tiempos de Cochabamba[2].  

Si bien se contabilizó en total 24 editoriales, un tercio de éstos fue repetido y publicado con el mismo texto y titular en más de un diario[3]. En sentido estricto, entonces, se publicaron 18 textos editoriales distintos, entre los que se pudo verificar las tendencias anotadas en principio, pues 10 de ellos (56%), al abordar el narcotráfico[4], sólo mencionaron una droga[5], la cocaína, y los restantes 8 (44%) no especificaron ninguna otra[6]. Por otro lado, 7 de los editoriales (39%) relacionaron expresamente la hoja de la coca con la cocaína o con el narcotráfico, en tanto que los demás no mencionaron ni especificaron ninguna otra planta vinculada con la producción o tráfico de estupefacientes[7].


Dudas y esperanzas: la lucha contra el narcotráfico

Bajo la primera tendencia de opinión editorial, la lucha contra el narcotráfico tuvo como objeto valor negativo centralmente a la hoja de coca, específicamente por su producción excedentaria, por ser vinculada directamente con la fabricación de cocaína o incluso por ser considerada en sí misma una droga[8].

Al avizorar en 2012 una “nueva etapa en la lucha contra las drogas” (La Prensa; Los Tiempos; El Potosí; Nuevo Sur; Correo del Sur, 24/01/12) y relacionando expresamente coca con narcotráfico, los editoriales valoraron positivamente el acuerdo tripartito, entre Brasil, Bolivia y EE.UU.[9], por haber sido suscrito para “controlar los cultivos excedentarios de coca” y fue entendido como una alternativa en la tarea de “controlar” la producción de la “materia prima” de la “cocaína”.

En ese marco, criticaron las acciones gubernamentales por su falta de eficacia en la lucha contra el narcotráfico. Con el acuerdo tripartito y en retrospectiva se habría puesto fin a seis años de la “actual gestión gubernamental”, de “desavenencias” que “impidieron” o “dificultaron” la labor conjunta entre los países “interesados en afrontar el problema” (La Prensa; Los Tiempos; El Potosí; Nuevo Sur; Correo del Sur, 24/01/12). En el mismo sentido, se puso en duda las “buenas intenciones” del “Primer Mandatario”, se dijo que la administración gubernamental, a seis años, “no fue efectiva” (El Diario, 08/01/12). Otras notas sólo alcanzaron a expresar algunas esperanzas para la presente gestión: “Ojalá que en este año la imagen del país no sea más afectada por el estigma del narcotráfico” y que “no tengamos más jefes policiales… intentando exportar toneladas de cocaína al mercado internacional” (El Mundo, 01/01/2012).    
 
Con similar crítica a la política gubernamental, pero sin especificar ningún estupefaciente, un editorial no aclaró la identificación de la coca como una droga, aludiendo a un organismo internacional y señalando una fallida posición del gobierno nacional al respecto: “La hoja (de coca) ha de seguir siendo considerada una droga en sí misma por la ONU, no importa lo que haga el Gobierno boliviano por evitarlo” (El Deber, 22/01/12).

La coca en el ojo del crecimiento del narcotráfico

Aunque se manifestó en general la preocupación por el crecimiento del narcotráfico, la mitad de los editoriales que abordaron este aspecto no especificó la droga causante o involucrada en tal aumento, pero sí señalaron a la hoja de coca. Así, el incremento de la producción de la “hoja ilegal” es el que “en realidad define el aumento de la producción de narcotráfico en el país” (Opinión, 18/01/2012).

En el mismo sentido, al especificar el “aumento de la producción de cocaína” en el país, se señaló un solo factor, el aumento del “cultivo de la hoja” de coca, para lo cual, a su vez, no se presentaron suficientes explicaciones pues tal hecho sería resultado de “medidas de carácter oficial” (El Diario, 03/01/12). Sin especificar la fuente de los “datos estadísticos” se estableció que “la hoja de coca ha sobrepasado las 35 mil hectáreas y que la producción de cocaína pura pasó de las 200 toneladas al año”, además de que “la producción de pasta base sería muy superior y se estaría intensificando en sectores suburbanos y rurales del país” (El Diario, 03/01/12)[10].

Legalización de las drogas o (des)penalización de la coca

Más argumentos a favor que reparos sobre la posible despenalización de las drogas ilegales, específicamente de la cocaína,  se expresaron en las posiciones editoriales -de los diarios del sur del país, principalmente- que, en todo caso, se apoyaron en las manifestaciones públicas de dos presidentes latinoamericanos. En ese sentido, citando al nuevo presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, se argumentó el fracaso de la “guerra sin cuartel”  contra de la producción, tráfico y consumo de drogas, “tal como hasta ahora se la ha desarrollado”, y se consideró el caso de México, donde el costo –hasta el momento- habría sido de 50.000 vidas (El Potosí, Nuevo Sur, Correo del Sur;  19/01/12).

Con más contundencia se apoyó la posición de José Manuel Santos -actual presidente y ex ministro de Defensa de Colombia- y por tanto la “causa” de la despenalización”, dado que esa “guerra”, “a pesar de los muertos”, “no ha logrado reducir el consumo de tales drogas, sino, al contrario lo ha aumentado” (El País, 31/01/12). Además se argumentó que la “guerra contra las drogas” es “algo inventado en Washington” y se criticó la política estadounidense sobre el tema señalando que “es allá, en esa frontera y dentro de los Estados Unidos donde se debe sentir con más contundencia los efectos de esa ‘guerra’ y no en nuestros países del sur” (El País, 31/01/12).

Un editorial aplicó –y restringió- el concepto de la despenalización no a las drogas controladas sino a la hoja de coca. La posición editorial se basó en la idea fuerza que vincula directamente coca con cocaína al señalar que el “desborde de los cultivos de coca es sinónimo de la explosión de la fabricación de cocaína” (El Día, 04/01/12). Bajo ese razonamiento se criticó el alejamiento de Bolivia de la Convención de Viena y su demanda de despenalización de la “hoja sagrada”[11], pues sería el planteamiento “menos justificado” del país. En el mismo sentido se afirmó que “Todos los argumentos culturales, medicinales y otros que hablan sobre la supuesta ‘inocencia’ de la coca, quedan huecos ante la lacerante realidad de miles de ciudadanos bolivianos que han caído en las redes del consumo de drogas y de otros miles que están detenidos en las cárceles de Chile, Argentina y Brasil”. Por tanto, “Defender la coca a estas alturas es casi igual que sacar pecho por los cárteles de la droga mexicanos y colombianos que han trasladado sus actividades al territorio boliviano para beneficiarse de la coca abundante y accesible” (El Día, 04/01/12). 

Algo de  “fashionismo” y pocas alternativas

Sólo un editorial expresó su preocupación central por el consumo de drogas, particularmente en la juventud. Sin embargo, no especificó de qué estupefacientes la “impresionante” cantidad de jóvenes benianos “se han vuelto dependientes” (La Palabra del Beni, 05/01/12). Sin considerar similares realidades en el resto del país, se definió la problemática como un “fashionismo local”. Finalmente, al reconocer positivamente la labor de organizaciones no gubernamentales que “arduamente desarrollan actividades de prevención y rehabilitación de drogadictos”, el diario evaluó el ámbito de las “instituciones públicas” en el que “poco o nada se ha avanzado” para “combatir este mal que acecha a la sociedad” (La Palabra del Beni, ídem).

Sólo una nota propuso encarar el problema del narcotráfico, sobre todo en las zonas cocaleras, con “programas inteligentes de desarrollo de las potencialidades alternativas” (El Deber, 22/01/12). El editorial planteó para ello aprovechar los “altos ingresos por las exportaciones de materias primas” (El Deber, ídem) pero no especificó una propuesta concreta, por ejemplo, la sustitución de cultivos o planes de industrialización.

Consideraciones finales

Resulta destacable la preocupación editorial por la problemática del narcotráfico. Sin embargo, se corroboró la generalización en la opinión que tuvo como eje principal la relación coca-cocaína, sin considerar otro tipo de plantas susceptibles de ser transformadas en otras sustancias controladas, ni las llamadas drogas sintéticas. 

Planteamientos o posiciones propositivas para encarar el problema del tráfico fueron escasos, solitarios y dispersos. Así el desarrollo alternativo fue demandado —sólo por un diario— de manera aislada del debate de la legalización o despenalización que fueron abordadas por diarios distintos —sobre todo del sur del país—.  El consumo de drogas en Bolivia, asimismo, fue escasamente abordado y no se profundizó ni se especificó si la droga más mencionada por los editoriales, la cocaína, es también la más consumida. En ese sentido, el abuso de otras sustancias —distintas a la cocaína— que se observa principalmente en la población joven de varias ciudades del país, como inhalantes (sustancias volátiles) de origen y finalidad industrial[12], no fue parte del análisis realizado por los editoriales.

El debate público, informado y respaldado, puede contribuir al planteamiento de normas y políticas públicas que sean cada vez más integrales, preventivas y protectoras de la sociedad ante la complejidad de la problemática del narcotráfico  y la opinión editorial puede aportar a ello con un análisis orientador que considere las particularidades de las distintas fases del narcotráfico (producción, tráfico, consumo) que afectan también de manera específica y distinta a la sociedad boliviana.





[1] Responsable Metodológico Operativo del Observatorio Nacional de Medios (ONADEM) de la Fundación Unir Bolivia.
[2] Otros cuatro diarios nacionales, Página Siete, La Patria, La Razón y Cambio, fueron parte de la muestra original, los cuales, sin embargo, no publicaron editoriales respecto del tema del presente artículo.
[3] Se trata de un “efecto de coordinación editorial” que consiste en la publicación de un mismo editorial en más de un diario, de manera simultánea (en la misma fecha) o asincrónica, práctica verificada por otras investigaciones del ONADEM (cf. Medios a la Vista, 2009, pp. 53, 63, 81). En el caso del presente estudio, fueron dos los editoriales que se repitieron, uno titulado “Nueva etapa en la lucha contra las drogas” y publicado simultáneamente en 5 diarios (La Prensa, Los Tiempos, El Potosí, Correo del Sur y Nuevo Sur, 24/01/12), y el otro “Un debate urgente” incluido a la vez en 3 de esos periódicos (El Potosí, Correo del Sur y Nuevo Sur, 19/01/12).
[4] Se entiende por narcotráfico en este trabajo toda actividad ilícita relacionada o derivada de la cadena de producción, distribución, comercialización y consumo de drogas tóxicas o ilegales. En la nomenclatura jurídica nacional e internacional se utiliza los términos de “tráfico ilícito” de “sustancias  controladas” para referirse y tipificar los delitos relacionados con el narcotráfico (cf. Ley 1008 “Del régimen de la coca y sustancias controladas” y Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes).
[5] En términos generales, droga es toda “sustancia química natural o sintética con efectos sobre el sistema nervioso central, que se consume para obtener una alteración del estado de ánimo que resulta placentera y que puede producir fenómenos de tolerancia y adicción” (Ver: Enciclopedia Encarta, Microsoft Corporation, 2008). No obstante, el mismo término tiene diversos usos, pues puede referirse a: “fármacos de prescripción legal…, sustancias que se compran y se venden de forma ilegal (cocaína, heroína, Cannabis, LSD) y otras que se comercializan de forma legal (alcohol y tabaco)” (Ibid.).
[6] La ley boliviana al respecto consigna, entre las sustancias controladas, al menos 200 drogas naturales o sintéticas, clasificadas como estupefacientes y psicotrópicos (cf. Ley 1008, Anexo y Art. 33). Uno de esos estupefacientes –sustancias narcóticas que alteran o hacen perder la sensibilidad-  es la cocaína, que a través de procedimientos químicos se obtiene de las hojas de coca.
[7] Evidentemente la legislación nacional penaliza la producción “excedentaria” de coca, pero admite y delimita la  producción “necesaria” (cf. Ley 1008, Arts. 4, 5, 6 y 29). La misma Ley 1008 junto a la normativa internacional (Convención de 1961) penaliza además la producción ilegal de otras dos plantas a base de las cuales se producen estupefacientes: la adormidera y la cannabis (o marihuana) (Ver las drogas derivadas en: Glosario de términos de alcohol y drogas. Organización Mundial de la Salud / Ministerio de Sanidad y Consumo de España, Madrid, 2008). En el periodo de estudio, al menos 4 diarios nacionales (El Día, El Diario, Correo del Sur y Nuevo Sur) reportaron entre sus noticias el tráfico de marihuana. Por otro lado, sólo en el mes enero de 2012, la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (Felcn) habría incautado 30,63 toneladas de marihuana (Ver: http://www.correodelorinoco.gob.ve/multipolaridad/gobierno-bolivia-ha-incautado-3217-toneladas-droga-2012/)
[8] La propia Ley 1008, en su artículo 3,  hace la diferencia entre la planta de la coca en estado natural “que no produce efectos nocivos a la salud humana” y la que es procesada y transformada para la producción ilegal de cocaína y que “produce efectos psicofisiológicos y biológicos nocivos para la salud humana y es utilizada criminalmente”.
[9] El convenio entre Bolivia, Brasil y Estados Unidos, denominado “Proyecto Piloto de Sistema de Control de la Reducción de Cultivos Excedentarios de Coca”, firmado el 20 de enero de 2012, se propone desarrollar en territorio boliviano metodologías adecuadas para la “detección” de las “zonas de expansión de cultivos excedentarios de coca” (Ver: “Suscriben Acuerdo tripartito para controlar cultivos de coca”, El Diario, 21/01/12, pg. 5).
[10] Los cultivos de hoja de coca en Bolivia en el año 2011 no sobrepasaron las 27.200 hectáreas e incluso se redujeron respecto del 2010 cuando se habrían cultivado 31.000 hectáreas, según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito  (cf. Monitoreo de Cultivos de Coca 2011, UNODC / Estado Plurinacional de Bolivia). En todo caso, según la normativa boliviana vigente (Ley 1008), los cultivos legales de la hoja de coca no debieran sobrepasar las 12.000 hectáreas.  
[12] Las sustancias volátiles son “un grupo de productos químicos de uso industrial o doméstico (pegamentos, disolventes, gasolinas, pinturas) que se han convertido en drogas de abuso al inhalarse con el fin de obtener un efecto placentero. Las sustancias volátiles producen depresión y perturbación del sistema nervioso central” (Ver: "Droga." Microsoft® Encarta® 2009 [DVD]. Microsoft Corporation, 2008).

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