Si informarse es la primera condición
para la participación ciudadana en la vida pública, se puede entender también que el papel de los medios
periodísticos resulta crucial para el logro de ese cometido. Y si se lleva este
razonamiento un poco más lejos se hace claro que una democracia con calidad
implica necesariamente fluidez en el intercambio de información plural y amplio acceso a ella.
Es
gracias a la información que se toma conocimiento, se forma opinión, se adopta
alguna posición, se asume una decisión y se actúa, secuencia de pasos
fundamental para el ejercicio efectivo de
la ciudadanía. Por eso, cuando los procesos informativos en una sociedad son
deficientes, insuficientes o irrelevantes surgen con mayor facilidad las
condiciones para la apatía, el conformismo y la manipulación tanto como para el
conflicto.
En
el caso del desempeño del régimen democrático, los problemas relacionados con
la mala gestión de la información están en la base de su deterioro y
deslegitimación.
La
Consulta Ciudadana “Tu palabra sobre las noticias: Elecciones 2014” que llevó a
cabo el Proyecto de Comunicación Democrática de la Fundación UNIR Bolivia el
pasado 26 de julio en las ciudades de El Alto, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz partió
de ese convencimiento sobre el valor de la información en general para la convivencia social y de la
consiguiente contribución que, en un período electoral, puede brindar el
periodismo al afianzamiento democrático en el país.
Una
“encuesta al revés”
La
Consulta Ciudadana aplicó un cuestionario con preguntas abiertas y de opción
múltiple a 1.150 personas desde los 18 años de edad que voluntariamente
quisieron emitir su opinión en alguna de las mesas que UNIR instaló en sitios
públicos de cada una de las urbes mencionadas. Esta práctica, que “invierte” la
relación típica entre el que investiga y quienes son investigados, es asimismo
la que otorga representatividad y validez a los datos y criterios obtenidos
puesto que éstos provienen de informantes preocupados por el tema sobre el que
son preguntados. A su vez, el número de participantes consultados corresponde
proporcionalmente a la composición demográfica (edad y sexo) de cada uno de los
lugares comprendidos en el estudio.
Se
trata, entonces, de un procedimiento de averiguación de percepciones, hábitos y
demandas de usuarios de medios que combina elementos metodológicos cualitativos
y cuantitativos, pero que no se basa en una definición muestral probabilística
ni presenta inferencias estadísticas.
Otro
aspecto original de la Consulta Ciudadana ejecutada por UNIR es que en sus tres
versiones (2008, 2012 y 2014) se ha interesado exclusivamente por las
relaciones entre ciudadanía y medios noticiosos.
Escuchar
a la gente
A
pesar de las posibilidades de interacción que hoy ofrecen las tecnologías
informativo-comunicacionales, la norma en el periodismo es todavía que se
caracterice por ser unilateral respecto de sus públicos. Es decir que, mientras
medios y periodistas “hablan”, los receptores de sus mensajes “escuchan”. De
ahí que sea importante, al menos de vez en cuando, saber qué piensan los
lectores, oyentes, espectadores e internautas del trabajo periodístico y qué
quisieran que éste les brinde.
Dado que por lo
regular es difícil que los medios recojan de modo directo esas visiones y
planteamientos, UNIR desarrolló la Consulta para coadyuvar en esa labor de
escucha de la ciudadanía a fin de retroalimentar al periodismo al tiempo de favorecer
la participación social en la construcción del espacio público en un momento de
tanta significación como el de unos comicios nacionales.
¿Qué
dijo la gente?
En
breve, las personas consultadas en las cuatro urbes señalaron que son los
medios tradicionales —TV, radio y prensa, en este orden— los que la población
usa de modo preferente para informarse de las elecciones y dijeron creerle más al
periódico que a la radio, pero situando
a ambos por debajo de la televisión en esta materia. La información que proveen
los medios noticiosos fue considerada mayoritariamente útil para que los
electores definan su voto, por lo que los espacios especiales que crean
determinados medios para tratar de forma expresa asuntos de las elecciones
fueron calificados como muy importantes por más de la mitad de los
interrogados, en tanto que la calidad de las informaciones fue definida como
buena por el 75% de los consultados.
No
obstante, estas últimas valoraciones positivas tienen su contraparte en las
demandas ciudadanas de mayor y mejor información. A esto se refieren los
reiterados planteamientos acerca de que
los medios cumplan la función de informar con profesionalismo, ecuanimidad,
pluralismo y ética que recogió la Consulta.
Las expectativas
identificadas
A
cierta distancia del tipo de contenidos que suelen nutrir los menús habituales
de los medios noticiosos en período electoral (hechos y declaraciones de
campaña, datos del proceso electoral en sí, sondeos de intención de voto, opiniones
de analistas, etc.), los ciudadanos interrogados sostuvieron que más bien
desearían recibir información relativa tanto a las propuestas electorales y
planes de gobierno de los partidos contendientes como a los perfiles y
trayectorias de los candidatos principales, en lo posible, en sus propias
voces.
Y la mención a ello apareció relacionada con
el interés en conocer más de temas político-económicos de mediano y largo plazo
que manifestaron los consultados junto a su requerimiento de entrevistas a los
candidatos principales y de debates de fondo entre ellos.
Necesidad
de evitar el retroceso
Se
advierte, entonces, que la agenda electoral ciudadana, que sí existe, lamentablemente
es poco (re)conocida y menos visibilizada. Al contrario, la agenda que
prevalece en la escena pública es la de los políticos en competencia, la cual no
sólo es reproducida y amplificada cotidianamente en el espacio mediático en
términos noticiosos sino que además resulta reforzada por la difusión pagada de
propaganda. En consecuencia, los medios dan cabida preferente a los temarios propuestos
por los políticos, supeditando a éstos incluso su propia posibilidad de definir
una agenda informativa más cercana a los intereses ciudadanos.
Esta
desatención de la agenda ciudadana, que no se registra apenas durante los
períodos electorales, es un incentivo para la desvalorización de la democracia,
que puede volver a ser vista y vivida como un simple ritual periódico de concurrencia
a las urnas para delegar el poder social de gobernar. De ahí que en el actual
lapso dedicado al proselitismo predomine la convocatoria política al “voto-masa” prácticamente sin argumentos programáticos,
hecho que da cuenta de un severo menoscabo en la concepción y el ejercicio democráticos.
La
Consulta Ciudadana mostró, sin embargo, que la población votante de las
ciudades del eje y El Alto aspira a tener más información y de otra calidad, lo
que significa que hay un desencuentro
entre políticos, medios y ciudadanía que se debiera remediar antes de
tener que lamentar el retorno del vacuo formalismo de la democracia electoral,
es decir, de aquella ficción democrática que no cultiva la información y se
funda en un caudal de apoyo a personajes o grupos en vez de basarse en el
respaldo crítico a propuestas de solución viables para problemas compartidos.
Se
puede concluir, por tanto, que en buena medida la clase de democracia que se
consiga dependerá de la clase de información de que se disponga.
Más información: www.unirbolivia.org